domingo, 22 de diciembre de 2024

Santa Misa de Nochebuena

 



(Ciclo C - 2024 - 2025)

         En el tiempo litúrgico de Navidad, la Iglesia ingresa en un clima de fiesta, pero no se trata de una fiesta al estilo mundano y mucho menos, pagano, cuyos motivos son puramente exteriores y superficiales: la fiesta de Navidad, para la Iglesia Católica, es ante todo una fiesta interior, espiritual, sobrenatural, celestial, de origen divino, concedida por la gracia y esta fiesta se encuentra y consiste, ante todo y en primer lugar, en la Santa Misa de Nochebuena, porque allí, por la liturgia eucarística, la Iglesia como Esposa y como Cuerpo Místico de Cristo, no solo recuerda, sino que participa del Nacimiento del Niño Dios en el humilde Portal de Belén. En otras palabras, por el misterio de la liturgia eucarística, por la Santa Misa de Nochebuena, la Iglesia no sólo recuerda el Nacimiento, no solo hace una “memoria” del Nacimiento, sino que está frente a Él, se encuentra frente a Él, superando misteriosamente el tiempo y el espacio; por la liturgia eucarística de la Santa Misa de Nochebuena la Iglesia no sólo recuerda y está frente al misterio del Nacimiento, sino que participa de Él, porque es el Espíritu Santo, la Persona Tercera de la Trinidad, Quien lleva al Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia, al misterio de la contemplación en el éxtasis divino, que supera todo lo que la mente humana y angélica puedan comprender.

Ésta es la razón de la verdadera alegría de la Navidad y es el verdadero y único origen y naturaleza de la fiesta de Navidad para la Iglesia Católica y es algo tan esencial, que si se pierde de vista esta concepción, la Navidad se desvirtúa y se paganiza y es así como la inmnensa mayoría de cristianos festejan la Navidad, pero no festejan la Navidad, valga la redundancia, sino que festejan un remedo pagano de la Navidad, una pátina superficial, brillante y ruidosa, pero que no tiene nada de sobrenatural ni de espiritual y celestial, porque al perder su esencia divina, se convierte en una fiesta mundana, pagana, hedonista. Nada tienen que ver las modernas celebraciones de la Navidad, con alcohol, música, bailes, fuegos artificiales, con la verdadera fiesta de la Navidad, que es la Santa Misa de Nochebuena.

Es esencial considerar a la Santa Misa de Nochebuena como lo que es, como la verdadera fiesta de Navidad, como la fiesta de carácter esencialmente espiritual, interior, sobrenatural, celestial, de origen divino y trinitario, que se origina en el Pesebre de Belén y que por la liturgia eucarística se prolonga, en el tiempo y en el espacio, por medio del altar eucarístico; de lo contrario, si no se contempla místicamente la escena del Pesebre en el altar eucarístico, en la celebración eucarística; si no se adora al Niño que prolonga su Encarnación en la Eucaristía y actualiza su Nacimiento en la Eucaristía, no tiene sentido hacer fiesta y mucho menos, una fiesta pagana o, lo que es lo mismo, paganizar la Navidad. El misterio de la actualización del Nacimiento en la Santa Misa de Nochebuena, su contemplación y adoración del Niño que está en la Eucaristía, es lo que da sentido luego sí a la fiesta católica de la Navidad, que consiste en una celebración alegre, de estilo familiar, con comidas más elaboradas que la comida cotidiana y en un ambiente de alegría familiar.

Festejar, tal como lo hace el mundo, prescindiendo de la Santa Misa de Nochebuena, y festejar mundanamente, con música estridente, con bailes indecentes, con alcohol, con pirotecnia, nada tiene que ver con la Navidad cristiana y quien hace esto, celebra una Navidad pagana, que ofende a Dios. Para quien prescinde de la fiesta y de la alegría que es la Santa Misa de Nochebuena, es mejor entonces que directamente no se celebre ni festeje la Navidad, porque el festejo de la Navidad tal como lo hace el mundo de hoy consistente en banquetes, música estridente, bailes indecentes, fuegos artificiales, llevados a cabo en lugares inmorales ofende a Dios, porque la Navidad así vivida se convierte en ocasión de burla, profanación y sacrilegio del Nacimiento. Quien festeja la Navidad así, con un festejo mundano y pagano, es mejor que no lo haga, que no festeje la Navidad, para que Dios no sea ofendido. El verdadero festejo espiritual, interior, sobrenatural, dado por la gracia, en el que el alma se alegra porque ha nacido el Redentor y porque participa del Nacimiento milagroso del Salvador del mundo, el Niño Dios, es la Santa Misa de Nochebuena.

En esto consiste la alegría y el motivo y la causa de hacer fiesta; por este hecho es que el cristiano católico y la Iglesia Católica, la Esposa del Cordero, se alegran en Navidad y “hacen fiesta”, la verdadera fiesta, que es la Santa Misa de Nochebuena, la prolongación y la actualización de la Encarnación y del Nacimiento del Niño Dios en Belén, esta vez en el Altar Eucarístico.

 


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