“Os anuncio una gran alegría: os ha nacido un Salvador” (cfr. Lc 2, 1-14). La nota característica del anuncio del Nacimiento del Mesías por parte del ángel es la alegría: "os anuncio una gran alegría".
¿De qué alegría se trata? Podría ser la alegría que se experimenta en la familia humana cuando nace una nueva criatura: el niño es sinónimo de supervivencia de la raza y de la especie; es sinónimo de continuidad vital, de trascendencia del propio yo y del propio ser, más allá de los límites temporales de la propia existencia. Podría ser a esta alegría a la cual hace referencia el ángel cuando hace el anuncio a los pastores.
Sin embargo, no es esta la alegría anunciada por el ángel: la alegría que anuncia el ángel es una alegría no humana, venida de lo alto, desconocida para el hombre. La alegría de
Pero hay algo más que la alegría: “Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor” (Lc 2, 9). Otros elementos que acompañan a la alegría de Navidad son la luz, que es la gloria, y el temor, que no es miedo, sino el temor filial, que nace del amor: es el temor del hijo que, descubriendo la bondad de su padre, no sólo desea morir antes que ofenderlo, sino que busca, con todo el ardor y la fuerza de su ser, agradarlo cada vez más, a cada instante. La luz que acompaña al anuncio es la gloria de Dios, y esto es el indicio de que la alegría de Navidad no es humana, ni por motivos humanos, sino que procede toda del cielo: Dios es intrínsecamente alegre, porque es infinitamente feliz en la comunión de Tres Personas, y por eso, a la manifestación de su gloria, que es la luz, le acompaña, de modo indisoluble, la alegría.
“Os anuncio una gran alegría: os ha nacido un Salvador”. La alegría angélica no se limita a Navidad: se renueva, misa a misa, por el santo sacrificio del altar, porque en el altar
En cada misa,
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