Cuando se contempla la escena de Navidad, el Pesebre, se presta atención a sus integrantes y a sus personajes, tanto los centrales –el Niño,
Si no se presta atención, puede quedar, muy en las sombras, Alguien que también es protagonista central de
Es Dios Padre quien, con su omnipotencia, y con sólo Él quererlo desde la eternidad, provoca el fenómeno celeste cosmológico, conocido como “
Es Dios Padre quien no sólo ilumina el lugar del Nacimiento con una estrella, sino que prepara, desde toda la eternidad, el lugar de la concepción y desarrollo en el tiempo de su Hijo eterno, el seno virgen de María Santísima; es Dios Padre quien decide crear a una criatura no sólo sin pecado, sino llena del Espíritu Santo, llena del Amor divino, para que sirva de cuna a su Hijo cuando se encarne en el tiempo.
Es Dios Hijo quien, acatando con amor inefable el designio del Padre, decide, en la muestra de humildad más asombrosa que pueda darse en cielos y tierra, abajarse, humillarse, sin dejar de ser Dios, y asumir una naturaleza humana, para aparecer ante los hombres como un niño pequeño, frágil y desvalido; es Dios Hijo quien, cumpliendo el designio del Padre, decide adquirir un cuerpo humano y revestirse de él, para luego sacrificarlo en el ara de la cruz, para la salvación de la humanidad.
Es Dios Espíritu Santo quien, antes del Nacimiento, inhabita en el alma y en el cuerpo de María Santísima, llenándolo de su Presencia personal, preparándola para ser, en el tiempo,
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