lunes, 24 de febrero de 2020

Miércoles de Cenizas


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(Ciclo A – 2020)

          ¿Qué significado tiene la ceremonia del Miércoles de Cenizas, en la que el sacerdote impone las cenizas en las frentes de los fieles, en forma de cruz mientras dice: “Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás”? Tiene un significado sobrenatural, de origen celestial y es el siguiente: en el Miércoles de Cenizas, la Iglesia nos recuerda qué es lo que somos y en qué nos convertiremos, aunque también, implícitamente, nos recuerda lo que todavía no somos y en qué nos convertiremos. Nos recuerda que somos “polvo”, con lo cual quiere decir que nos recuerda que vivimos en la vida terrena, una vida que es pasajera, que termina pronto y que esto que somos y que con frecuencia creemos que es definitivo, se convertirá en “polvo” y que por eso “volveremos al polvo”. La Iglesia nos recuerda que esta vida no es definitiva; nos recuerda que esta vida es pasajera; nos recuerda que debemos vivirla como quien está de viaje o, como dice Santa Teresa, “en una mala noche, en una mala posada”. Así es exactamente esta vida: una mala noche en una mala posada; como tal, así como la noche es breve y da lugar al amanecer, así sucede con esta vida: es breve, es corta, termina en un soplo -no en vano el Salmo dice: “Nuestra vida, Señor, pasa como un soplo”- y nada de lo material que tengamos en esta vida terrena, nos llevaremos a la otra vida. Por esta razón, no tiene sentido acumular bienes materiales ni poner en ellos el corazón, porque nada, absolutamente nada material, nos habremos de llevar al otro mundo.
          Es esto entonces lo que la Iglesia nos recuerda: que estamos destinados a la muerte, que cada día que pasa, nuestros pasos nos encaminan a la tumba, porque somos polvo y en polvo -por la muerte- nos convertiremos. Pero no todo termina en la muerte terrena: ésta es sólo un umbral que nos permite atravesar lo que nos separa de la otra vida, la vida eterna, en donde nos esperan dos fuegos: el fuego del Infierno y el fuego del Amor de Dios, el Espíritu Santo. Lo que debemos tener en cuenta, al recordar los fuegos que nos esperan en la otra vida, es que no estamos pre-destinados a uno u otro, sino que nosotros elegimos, con nuestras obras, a qué fuego queremos ir, libre y voluntariamente. Para que no elijamos el fuego del Infierno, es que la Iglesia nos anima, al colocarnos las Cenizas, que nos convirtamos, es decir, que dejemos de mirar las cosas terrenales y bajas de esta vida, para elevar la mirada del corazón y elevarla a Cristo Crucificado, único camino hacia el Cielo, en donde nos espera el Fuego del Amor Divino, el Espíritu Santo.
          “Conviérte (…) recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás”. Éste es el sentido del Miércoles de Cenizas: por un lado, recordar que somos polvo, que estamos destinados a la muerte eterna, pero también recordarnos que estamos destinados a la vida eterna y que para alcanzar esta vida eterna, debemos convertirnos, para así poder llegar al Reino de los cielos. El tiempo de Cuaresma es tiempo de oración, ayuno y penitencia, para lograr, por la misericordia de Dios, la gracia de la conversión.

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