miércoles, 26 de febrero de 2020

Viernes después de Cenizas



(Ciclo A – 2020)

         “Los amigos del Esposo ayunarán cuando les sea quitado el Esposo” (cfr. Mt 9, 14-15). Los discípulos de Juan el Bautista se acercan a Jesús y le preguntan cuál es la razón por la cual sus discípulos no ayunan, como sí lo hacen en cambio ellos y los fariseos. Jesús contesta con una respuesta enigmática: “¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán”. Es decir, Jesús les dice que, mientras sus discípulos estén con el esposo, no harán ayuno; en cambio sí lo harán, cuando el esposo les sea quitado. Para entender la respuesta de Jesús, hay que comprender a qué se refiere Jesús cuando dice “esposo” y es a Él mismo: en efecto, Jesús es el Esposo de la Iglesia Esposa lo cual quiere decir que cuando Jesús dice “esposo”, se está refiriendo a Él mismo. Es de este modo entonces que se entiende la respuesta de Jesús: antes de que el Esposo-Jesús sufra la Pasión, los discípulos suyos no harán ayuno, porque están con el Esposo; cuando el Esposo-Jesús les sea quitado por la Pasión y Muerte en Cruz, entonces sí harán ayuno. Éste es el sentido de la respuesta de Jesús.
         Y si bien Jesús ha resucitado y está glorioso y resucitado en la Eucaristía y por eso podemos decir que el Esposo está con nosotros, la Iglesia ha establecido que el ayuno sea una forma de oración válida para alcanzar las gracias de Dios que necesitamos. La Cuaresma es el tiempo más propicio para el ayuno –ayuno sobre todo de obras malas, pero ayuno también de alimentos, un día determinado y según las posibilidades de cada persona-, porque es el tiempo litúrgico que más nos acerca a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, el tiempo en el que el Esposo de la Iglesia Esposa es quitado por la muerte en Cruz.




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