domingo, 10 de abril de 2022

Domingo de Resurrección

 



(Ciclo C – 2022)

         Luego de morir en la Cruz el Viernes Santo, luego de pasar tres días en el sepulcro, Cristo, cumpliendo sus palabras, resucita. Debido a que se trata de uno de los dogmas centrales de la fe católica, es necesario detenernos para reflexionar acerca de qué es lo que la Iglesia Católica entiende por “resurrección”.

         Ante todo, hay que considerar qué es lo que sucedió en la mueret de Cristo. Según la fe católica, Cristo es el Hombre-Dios y en cuanto tal, posee un cuerpo y un alma humanas reales, unidas a la Persona Segunda de la Santísima Trinidad, el Verbo de Dios. En cuanto Dios Hijo, vive desde la eternidad, en unión con el Padre y el Espíritu Santo, poseyendo con el Padre y el Espíritu Santo el mismo y único Ser divino trinitario; en cuanto Hombre perfecto, comienza a existir en el tiempo en el momento de la Encarnación, con su Cuerpo y su Alma creados por la Trinidad. En el momento de morir, su Alma unida a la Persona del Verbo desciende al Limbo de los justos, para rescatar a los justos del Antiguo Testamento y conducirlos al Cielo; su Cuerpo es descendido de la Cruz, es llevado en procesión y es dejado respetuosamente tendido en la fría loza del Santo Sepulcro. Aunque su Cuerpo permanecía unido a la Persona divina del Hijo de Dios, su Cuerpo estaba verdaderamente muerto debido a la separación del Alma luego de tres horas de agonía en la Cruz. Esto es necesario tener en cuenta, para considerar en qué consiste la Resurrección: por la Resurrección, Jesús vuelve a la vida, pero no a la vida esta mortal que todos los que vivimos en la tierra tenemos, sino que vuelve a la vida gloriosa, eterna, divina, celestial y absolutamente sobrenatural, que Él tenía con el Padre y el Espíritu Santo desde la eternidad. La vida con la que resucita Jesús es la Vida Divina y Eterna que brota eternamente del Ser divino trinitario; es una Vida que es Luz y Gloria divina y es por eso que el Cuerpo de Jesús resplandece, glorificado, con la luz y la gloria de la Trinidad, con la luz y la gloria que Él posee como Dios Hijo desde toda la eternidad. Es en esto en lo que consiste la Resurrección: en la posesión perfecta por parte de Jesús, de la Vida Divina trinitaria, la misma Vida que Él poseía con el Padre desde toda la eternidad. Es con esta Vida Divina con la cual su Cuerpo comienza a vivir y por eso su Cuerpo está glorificado y su Alma está glorificada.

Los católicos debemos comunicar al mundo no solo esta verdad de la Resurrección de Jesús, sino que debemos comunicar otra verdad, estrechamente unida a la Resurrección: Jesús ha resucitado del sepulcro con su Cuerpo y Alma glorificados y ha dejado vacío el Santo Sepulcro, para ocupar, también con su Cuerpo y su Alma glorificados, el Santo Sagrario. Si Jesús estaba tendido en la loza del sepulcro, muerto, ahora está, glorioso y resucitado, de pie, en el Sagrario, en la Eucaristía, para concedernos su Vida divina, su Gloria, su Alegría, su Paz, su Fortaleza divina.

         Los católicos no solo debemos dar testimonio, con nuestras vidas y si fuera preciso, con nuestra muerte- de que Jesús ha resucitado, sino de que está, glorioso y resucitado, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en la Sagrada Eucaristía.

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