(Ciclo
C – 2022)
Durante todo el Sábado Santo, la Santa Iglesia Católica, la
Esposa Mística del Cordero, observa una vigilante espera junto al sepulcro de
su Señor, a imitación de la Madre de Dios, María Santísima, quien espera,
confiada en la Palabra de su Hijo, la Resurrección del Hijo de su Corazón.
Durante todo el Sábado, no se celebra el Santo Sacrificio del altar, la Santa
Misa, hasta el anochecer. Recién cuando se hace de noche –y por lo tanto se
considera que ya comienza un nuevo día- la Iglesia celebra la Vigilia Pascual.
Esta vigilia se celebra al anochecer para significar que la Resurrección de
Jesús, ocurrida entre la noche del sábado y la madrugada del Domingo, es la Luz
que disipa todas las tinieblas que oscurecen nuestro ser y nuestra existencia.
Teniendo esto en cuenta, se hace necesario reflexionar en
tres elementos de la Vigilia Pascual para poder profundizar en el sentido
sobrenatural de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor: la noche, la
bendición del fuego y el cirio pascual.
La noche cosmológica, la noche que sobreviene a la tierra
cuando el sol se oculta, simboliza la oscuridad espiritual; ahora bien, hay que
considerar que el ser humano está envuelto en una triple tiniebla espiritual:
la tiniebla del pecado, la tiniebla de la razón humana y la Tiniebla viviente
por antonomasia, el Ángel caído, Satanás. Esta triple tiniebla espiritual
envuelve a todo ser humano que nace en esta tierra, a causa del pecado original,
nace inmerso en esta triple tiniebla la cual, al ser de orden espiritual, no
puede ser disipada por ninguna luz creada. Aun cuando el ser humano esté
iluminado por la luz artificial o la luz del sol, continúa inmerso en estas
tinieblas espirituales, aunque no se dé cuenta.
La bendición del fuego o mejor, el fuego bendecido,
simboliza al Amor de Dios, el Espíritu Santo, Fuego de Amor Divino, que
envuelve al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús y que Jesús nos concede en
cada Comunión Eucarística.
El cirio pascual es símbolo de Jesús de Nazareth, el Hijo de
Dios encarnado, Dios Hijo hecho hombre sin dejar de ser Dios que, en cuanto
Dios, es Luz Eterna, porque el Ser divino trinitario, que Él posee junto al
Padre y al Espíritu Santo, es luz en Sí mismo. El cirio pascual simboliza a
Jesús en su Humanidad y en su Divinidad: en su Humanidad Santísima, porque el
cirio está realizado con cera de abeja pura, indicando así la Pureza Inmaculada
de la Humanidad –el Cuerpo y el Alma- de Jesús de Nazareth; la Divinidad de
Jesús está simbolizada en el fuego: así como el fuego está en el cirio e
ilumina a través de él, así la Divinidad de la Segunda Persona de la Trinidad,
unida a la Humanidad Santísima en la Encarnación, ilumina las triples tinieblas
que envuelven a la humanidad, a cada ser humano.
Finalmente, la totalidad de la Santa Misa de la Vigilia
Pascual se resume en esta idea: la noche cosmológica simboliza la triple
oscuridad espiritual en la que está envuelta la humanidad: el pecado, la razón
humana oscurecida y el Demonio y esta triple oscuridad es vencida por Cristo
Dios, resucitado y glorioso, que ilumina con la Luz Eterna del Ser divino
trinitario a los ángeles y santos en el Cielo y a las almas de los bautizados
en la Iglesia Católica en la tierra. La luz del cirio pascual, que disipa las
tinieblas de la noche, simbolizan a Cristo Dios que con su Luz Eterna disipa
las tinieblas del pecado, de la razón humana sin Dios y la tiniebla viviente
por antonomasia, el Demonio. Por eso, como única Iglesia verdadera del Único
Dios verdadero, decimos: “Cristo, Luz Eterna, ilumina nuestras tinieblas,
sálvanos de la eterna oscuridad, condúcenos al Reino de la luz, a la Jerusalén
celestial”.
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