domingo, 10 de abril de 2022

Sábado Santo

 



(Ciclo C – 2022)

         Durante todo el Sábado Santo, la Santa Iglesia Católica, la Esposa Mística del Cordero, observa una vigilante espera junto al sepulcro de su Señor, a imitación de la Madre de Dios, María Santísima, quien espera, confiada en la Palabra de su Hijo, la Resurrección del Hijo de su Corazón. Durante todo el Sábado, no se celebra el Santo Sacrificio del altar, la Santa Misa, hasta el anochecer. Recién cuando se hace de noche –y por lo tanto se considera que ya comienza un nuevo día- la Iglesia celebra la Vigilia Pascual. Esta vigilia se celebra al anochecer para significar que la Resurrección de Jesús, ocurrida entre la noche del sábado y la madrugada del Domingo, es la Luz que disipa todas las tinieblas que oscurecen nuestro ser y nuestra existencia.

         Teniendo esto en cuenta, se hace necesario reflexionar en tres elementos de la Vigilia Pascual para poder profundizar en el sentido sobrenatural de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor: la noche, la bendición del fuego y el cirio pascual.

         La noche cosmológica, la noche que sobreviene a la tierra cuando el sol se oculta, simboliza la oscuridad espiritual; ahora bien, hay que considerar que el ser humano está envuelto en una triple tiniebla espiritual: la tiniebla del pecado, la tiniebla de la razón humana y la Tiniebla viviente por antonomasia, el Ángel caído, Satanás. Esta triple tiniebla espiritual envuelve a todo ser humano que nace en esta tierra, a causa del pecado original, nace inmerso en esta triple tiniebla la cual, al ser de orden espiritual, no puede ser disipada por ninguna luz creada. Aun cuando el ser humano esté iluminado por la luz artificial o la luz del sol, continúa inmerso en estas tinieblas espirituales, aunque no se dé cuenta.

         La bendición del fuego o mejor, el fuego bendecido, simboliza al Amor de Dios, el Espíritu Santo, Fuego de Amor Divino, que envuelve al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús y que Jesús nos concede en cada Comunión Eucarística.

         El cirio pascual es símbolo de Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios encarnado, Dios Hijo hecho hombre sin dejar de ser Dios que, en cuanto Dios, es Luz Eterna, porque el Ser divino trinitario, que Él posee junto al Padre y al Espíritu Santo, es luz en Sí mismo. El cirio pascual simboliza a Jesús en su Humanidad y en su Divinidad: en su Humanidad Santísima, porque el cirio está realizado con cera de abeja pura, indicando así la Pureza Inmaculada de la Humanidad –el Cuerpo y el Alma- de Jesús de Nazareth; la Divinidad de Jesús está simbolizada en el fuego: así como el fuego está en el cirio e ilumina a través de él, así la Divinidad de la Segunda Persona de la Trinidad, unida a la Humanidad Santísima en la Encarnación, ilumina las triples tinieblas que envuelven a la humanidad, a cada ser humano.

         Finalmente, la totalidad de la Santa Misa de la Vigilia Pascual se resume en esta idea: la noche cosmológica simboliza la triple oscuridad espiritual en la que está envuelta la humanidad: el pecado, la razón humana oscurecida y el Demonio y esta triple oscuridad es vencida por Cristo Dios, resucitado y glorioso, que ilumina con la Luz Eterna del Ser divino trinitario a los ángeles y santos en el Cielo y a las almas de los bautizados en la Iglesia Católica en la tierra. La luz del cirio pascual, que disipa las tinieblas de la noche, simbolizan a Cristo Dios que con su Luz Eterna disipa las tinieblas del pecado, de la razón humana sin Dios y la tiniebla viviente por antonomasia, el Demonio. Por eso, como única Iglesia verdadera del Único Dios verdadero, decimos: “Cristo, Luz Eterna, ilumina nuestras tinieblas, sálvanos de la eterna oscuridad, condúcenos al Reino de la luz, a la Jerusalén celestial”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario