sábado, 31 de diciembre de 2022

Solemnidad de Santa María, Madre de Dios

 



(Ciclo A – 2022 – 2023)

          La Iglesia Católica celebra la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, al inicio del año civil, por dos razones. Por un lado, porque la solemnidad está en estrecha e íntima relación con la Navidad, desde el momento en que la Virgen es Aquella que hace posible la Navidad: con su “Sí” al anuncio del Ángel, la Virgen permite que el Espíritu Santo deposite, en su seno virginal, al Verbo de Dios Encarnado, para llevarlo consigo durante nueve meses y darlo a luz en la gruta de Belén. De esta manera la Iglesia, al colocar a esta solemnidad a continuación de la celebración de la Navidad, da una continuidad a la Navidad, puesto que la esencia de la Navidad consiste en el misterio de la Encarnación del Verbo y de su Nacimiento virginal y milagroso para redimir a la humanidad por medio de su Santo Sacrificio en la Cruz. Si la Virgen no fuera, al mismo tiempo que Virgen, Madre de Dios Hijo encarnado, la Navidad no tendría sentido de ser.

          A su vez, la Virgen es Madre de Dios en un sentido real y no figurado, metafórico o simbólico ya que, como afirma Santo Tomás de Aquino, se llama “madre” a la mujer que da a luz a una persona y la Virgen da a luz -milagrosamente, no como un parto humano natural- a una Persona, la Segunda de la Trinidad, la Palabra del Padre, el Verbo de Dios, que si bien es eterno y por esto su Ser divino trinitario no tiene principio ni fin, nace a su vez en el tiempo con la Humanidad Santísima de Jesús de Nazareth, humanidad que Él creó inmaculada y a la que santificó al unirla hipostáticamente a su Persona. Por esta razón, por el hecho de dar a luz en el tiempo a la Persona eterna de la Santísima Trinidad, la Segunda Persona, Dios Hijo, la Virgen es, al mismo tiempo que Virgen, Madre de Dios.

          La segunda razón por la cual la Santa Iglesia coloca esta solemnidad, al inicio del año civil, es para que sus hijos, es decir, los católicos, consagremos el año que se inicia -con un “Salve” rezado frente a la imagen de la Virgen, por ejemplo- al Inmaculado Corazón de María, de manera tal que todo el año terreno que nos toque vivir esté bajo el amparo y el cuidado maternal de nuestra Madre del Cielo. Entonces, en el primer segundo del Año Nuevo, no festejemos de modo pagano, no celebremos el paso del tiempo solo por celebrar, puesto que el tiempo sin Dios es de temer y no es para celebrar; lo que da sentido a la celebración del paso del tiempo es que consagremos el nuevo tiempo que se inicia, al Inmaculado Corazón de María, que es el Portal de la Luz Eterna, Cristo Jesús; en otras palabras, consagrando al Corazón de María el nuevo año que inicia, viviremos el tiempo terreno unidos a la Eternidad en Persona, Cristo Jesús. Y esto sí es motivo para festejar.

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