domingo, 31 de marzo de 2024

"Mi palabra no penetra en ustedes"

 


“Ustedes tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes” (Jn 8, 31-42). Jesús les reprocha duramente a los judíos su incredulidad; siendo Dios Veraz, no puede callar ninguna de las faltas que los judíos cometen contra Él y si Jesús les reprocha en la cara, es por el bien de los judíos, por su salvación. ¿Qué es lo que les reprocha Jesús? Jesús les dice que ellos “no son fieles a la Palabra de Dios; son esclavos del pecado y del error; no tienen por padre a Abraham porque no creen en Él, que es el Hijo de Dios; tratan de matar a Jesús solo porque Jesús les dice la verdad que Él ha oído de Dios: Él es la Sabiduría del Padre, en Jesús está todo el Saber Omnisciente del Padre y por eso quien escucha a Jesús escucha al Padre, pero quien niega que Jesús es el Hijo del Padre, niega al Padre y no tiene a Dios por Padre, tal como hacen los judíos”.

Los judíos pensaban que por el solo hecho de ser descendientes de Abraham, estaban ya en la Verdad Absoluta de Dios y eso era así hasta la Llegada de Jesús: cuando Jesús llega, se completa la auto-revelación de Dios en Cristo Jesús como Uno y Trino; es decir, si hasta Jesús los judíos creían y así lo era, que Dios era Uno, ahora Jesús les dice que ese Dios Uno en el que ellos creen, es Uno y Trino, que es Trinidad de Personas, que en Dios hay una sola naturaleza y Tres Personas distintas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y que el Hijo, que es Él, ha venido para rescatarlos del pecado, para sacarlos del error y de la esclavitud del pecado, del demonio y de la muerte, pero los judíos, obstinados en su error, se niegan a aceptar a Jesús como Quien dice Ser, Dios Hijo encarnado y por eso se colocan del lado del Adversario de Dios, del lado de Satanás. Por esta negación de Jesús, Jesús les dirá que el padre de ellos es el Demonio y que su sinagoga es “sinagoga de Satanás”; de esta manera, el enfrentamiento entre los judíos y Jesús se hace definitivo e irreversible, pero no por culpa de Jesús, sino por culpa de los propios judíos, quienes se obstinan en su ceguera voluntaria. Tal como les dice Jesús, “Si Dios fuera su Padre, el Padre de los judíos, ellos lo amarían, porque Jesús viene de Dios Padre; no viene por Sí mismo, sino porque el Padre lo envió”. Y lo envió para salvarlos a ellos y a todos los hombres, pero la ceguera impide cualquier intento salvífico de Jesús, ya que la salvación es ofrecida libremente por Jesús, pero también debe ser aceptada libremente y por amor.

“Ustedes tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes”. No solo los judíos dan muerte a Jesús con su incredulidad; también nosotros, los católicos, los miembros del Nuevo Pueblo Elegido, damos cruel muerte de cruz a Jesús, toda vez que elegimos el pecado en vez de su gracia; toda vez que elegimos los mandamientos de Satanás y no los Mandamientos de la Ley de Dios; toda vez que elegimos vivir como paganos y no como cristianos. Si somos hijos de la Luz Eterna, Cristo Jesús, comportémonos entonces como hijos de la Luz y dejemos para siempre las obras de los hijos de las tinieblas y solo así tendremos en nosotros la Vida Eterna del Corazón Eucarístico de Jesús.

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