domingo, 31 de marzo de 2024

Martes Santo

 



“En cuanto tomó el bocado, Satanás entró en Judas Iscariote” (Jn 13, 21-33. 36-38). El Evangelio describe la perfecta posesión demoníaca que sufre Judas Iscariote durante la Última Cena: “En cuanto tomó el bocado, Satanás entró en Judas Iscariote”. Este hecho explica algunas cuestiones relacionadas con la Pasión de Jesús: por un lado, la presencia del Ángel caído detrás de la persecución de Jesús por parte de los escribas, fariseos y doctores de la Ley, lo cual explica el odio deicida de estos últimos, un odio que supera toda pasión meramente humana y encuentra su explicación en la incitación demoníaca para matar a Jesús; otro elemento a considerar es cómo ya, desde el inicio mismo de la Iglesia, no solo se encuentra la presencia del Ángel caído actuando en contra del mismo Jesucristo y por lo tanto de su Iglesia, sino también cómo, desde el seno mismo de la Iglesia, en sus inicios, ya hay quienes, desde los más altos cargos eclesiásticos -Judas Iscariote era sacerdote ministerial y obispo-, se producen movimientos internos cuyo fin es la traición a Jesucristo y a su Iglesia; otro punto a tener en cuenta es cómo esta traición tiene como móvil, además de la incitación del Ángel caído, al dinero -el Evangelio dice explícitamente que Judas era el encargado de la bolsa común y que robaba de la misma-, poniendo como pretexto a los pobres y de esto es claro ejemplo el mismo Judas, cuando María Magdalena derrama un perfume de nardos, muy caro, en los pies de Jesús y Judas se escandaliza falsamente, afirmando que ese perfume se podría haber vendido en trescientos denarios para darlos a los pobres, cuando en realidad lo que quería era robar ese dinero para él. Desde los inicios vemos cómo algunos instrumentalizan, desde el interior de la Iglesia, a los pobres, pero no porque les interesen los pobres, sino porque, al igual que Judas Iscariote, solo les interesa el dinero y de esto es un claro ejemplo la Teología de la Liberación. Otro elemento a considerar es la posesión demoníaca, que abarca incluso a la jerarquía católica, desde el momento en que, como dijimos, Judas era sacerdote y obispo cuando, después de traicionar a Jesús, “Satanás entró en él”, indicando con esto el Evangelio de modo preciso y certero la posesión demoníaca del traidor Judas Iscariote.

“En cuanto tomó el bocado, Satanás entró en Judas Iscariote”. Dice la Sierva de Dios Luisa Piccarretta que en los Apóstoles, en la Última Cena, están representados distintos tipos de sacerdotes y laicos que se sucederán a lo largo de la historia: si en San Juan Evangelista están representados los que serán fieles a Jesucristo hasta el fin, en Judas Iscariote están representada la larga serie de traidores y de ladrones que, desde las altas jerarquías eclesiásticas, no buscarán propagar la Buena Noticia del Evangelio, sino su propio interés, tomando a la Iglesia como fuente ilícita de recursos. Debemos elegir de qué lado nos ubicamos, si del lado de San Juan Evangelista, que apoya su cabeza en el pecho de Jesús, para participar de los dolores de su Pasión, o si del lado de Judas Iscariote, que por amor al dinero traiciona a Jesús y se entrega al Demonio.

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