viernes, 17 de mayo de 2024

“Pedro, ¿me amas? Apacienta mis ovejas”

 


“Pedro, ¿me amas? Apacienta mis ovejas” (cfr. Jn 21, 1. 15-19). A través del triple acto de amor, Jesús confirma la primacía de Pedro como Roca firme sobre la que edificará su Iglesia. Desde el primer día, Jesús había llamado a Simón, hijo de Juan, con el nombre de “Kefas”, que significa “Piedra” (1, 42) y había manifestado luego que sobre esta “Piedra” o “Roca” edificaría su Iglesia (Mt 16, 18)[1]. Ahora bien, esta Piedra o Roca se manifestó débil durante la Pasión, puesto que primero se durmió mientras Jesús agonizaba, habiéndole pedido que rezaran por Él y luego lo abandonó, dejándose llevar por la cobardía, ante la agresión y la cantidad de los soldados enemigos que capturaron a Jesús en el Huerto de los Olivos al inicio de la Pasión. Pero la oración de Jesús por el futuro confirmador de sus hermanos en la fe (Lc 22, 32), sería absolutamente eficaz, al punto que esta Piedra o Roca que es Pedro finalizaría su vida terrena con el supremo testimonio del martirio, es decir, derramando su sangre y entregando su vida por el testimonio de Cristo Dios. En este pasaje del Evangelio de San Juan, la Roca es reestablecida en su fortaleza con una triple profesión de amor, la cual tenía por fin reparar la triple negación del mismo Pedro en la noche en que Jesús fue arrestado, triple negación que se consumó antes que cantara el gallo, como Jesús lo había profetizado.

El amor que Pedro le profesa a Jesús no surge de su corazón, sino que es el Amor del Corazón de Jesús, Buen Pastor, Sumo y Eterno Pastor y esto se constata en el hecho de que el amor de reparación de Pedro hacia Jesús es desviado hacia el cuidado del rebaño de Jesús y no solo hacia la Persona de Jesús. En otras palabras, si en la triple negación de Pedro en la Pasión, Pedro, con su corazón humano, egoísta y mezquino, había negado a Jesús, dejándose llevar por la cobardía y el temor y el amor egoísta hacia la propia vida, ahora, en la triple reparación de Pedro, el Amor reparador no surge de su corazón que, aún habiendo sido purificado por la gracia de Jesús resucitado, no es la fuente del Amor Misericordioso, porque la Fuente Increada del Amor con el que Pedro ha de cuidar al rebaño de Jesús, su Iglesia, la Iglesia Católica, es el Sagrado Corazón del Buen Pastor, Jesucristo. Jesús ama tanto a su rebaño, que prefiere que Pedro repare su triple negación con un Amor reparador que tenga por objeto no a Él, el Hijo de Dios, sino a su rebaño, las almas de su Cuerpo Místico, su Iglesia.

Por último, las tres expresiones, “apacienta mis ovejas” y “apacienta mis corderos”, significan lo mismo, ya que no hay motivos para suponer que ovejas y corderos significan por separado sacerdotes y fieles. El rebaño entero -es decir, todas las ovejas del Buen Pastor- es confiado al cuidado de Pedro en cuanto Vicario del Hombre-Dios Jesucristo. Este encargo es una confirmación de la primacía de autoridad del Papa sobre la Iglesia universal y así ha sido interpretado desde siempre por la Tradición y así ha sido interpretado por el Concilio Vaticano (Dz 1822)[2]. En este pasaje, entonces, mediante la triple confesión de amor de Pedro, se confirma al Papa como Vicario del Hombre-Dios Jesucristo, con autoridad plena sobre la Iglesia universal.

 



[1] Cfr. B. Orchard et al., Comentarios al Nuevo Testamento, Tomo III, Editorial Herder, Barcelona 1959, 779.

[2] Cfr. ibidem, 779.


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