“Pedro, ¿me amas? Apacienta mis ovejas” (cfr. Jn
21, 1. 15-19). A través del triple acto de amor, Jesús confirma la primacía de
Pedro como Roca firme sobre la que edificará su Iglesia. Desde el primer día,
Jesús había llamado a Simón, hijo de Juan, con el nombre de “Kefas”, que significa
“Piedra” (1, 42) y había manifestado luego que sobre esta “Piedra” o “Roca”
edificaría su Iglesia (Mt 16, 18)[1]. Ahora
bien, esta Piedra o Roca se manifestó débil durante la Pasión, puesto que primero
se durmió mientras Jesús agonizaba, habiéndole pedido que rezaran por Él y
luego lo abandonó, dejándose llevar por la cobardía, ante la agresión y la cantidad
de los soldados enemigos que capturaron a Jesús en el Huerto de los Olivos al
inicio de la Pasión. Pero la oración de Jesús por el futuro confirmador de sus
hermanos en la fe (Lc 22, 32), sería absolutamente eficaz, al punto que
esta Piedra o Roca que es Pedro finalizaría su vida terrena con el supremo testimonio
del martirio, es decir, derramando su sangre y entregando su vida por el
testimonio de Cristo Dios. En este pasaje del Evangelio de San Juan, la Roca es
reestablecida en su fortaleza con una triple profesión de amor, la cual tenía
por fin reparar la triple negación del mismo Pedro en la noche en que Jesús fue
arrestado, triple negación que se consumó antes que cantara el gallo, como Jesús
lo había profetizado.
El amor que Pedro le profesa a Jesús no surge de su
corazón, sino que es el Amor del Corazón de Jesús, Buen Pastor, Sumo y Eterno
Pastor y esto se constata en el hecho de que el amor de reparación de Pedro
hacia Jesús es desviado hacia el cuidado del rebaño de Jesús y no solo hacia la
Persona de Jesús. En otras palabras, si en la triple negación de Pedro en la
Pasión, Pedro, con su corazón humano, egoísta y mezquino, había negado a Jesús,
dejándose llevar por la cobardía y el temor y el amor egoísta hacia la propia
vida, ahora, en la triple reparación de Pedro, el Amor reparador no surge de su
corazón que, aún habiendo sido purificado por la gracia de Jesús resucitado, no
es la fuente del Amor Misericordioso, porque la Fuente Increada del Amor con el
que Pedro ha de cuidar al rebaño de Jesús, su Iglesia, la Iglesia Católica, es
el Sagrado Corazón del Buen Pastor, Jesucristo. Jesús ama tanto a su rebaño,
que prefiere que Pedro repare su triple negación con un Amor reparador que tenga
por objeto no a Él, el Hijo de Dios, sino a su rebaño, las almas de su Cuerpo
Místico, su Iglesia.
Por último, las tres expresiones, “apacienta mis ovejas”
y “apacienta mis corderos”, significan lo mismo, ya que no hay motivos para
suponer que ovejas y corderos significan por separado sacerdotes y fieles. El rebaño
entero -es decir, todas las ovejas del Buen Pastor- es confiado al cuidado de
Pedro en cuanto Vicario del Hombre-Dios Jesucristo. Este encargo es una confirmación
de la primacía de autoridad del Papa sobre la Iglesia universal y así ha sido
interpretado desde siempre por la Tradición y así ha sido interpretado por el
Concilio Vaticano (Dz 1822)[2]. En
este pasaje, entonces, mediante la triple confesión de amor de Pedro, se
confirma al Papa como Vicario del Hombre-Dios Jesucristo, con autoridad plena
sobre la Iglesia universal.
[1] Cfr. B. Orchard et al., Comentarios al Nuevo Testamento,
Tomo III, Editorial Herder, Barcelona 1959, 779.
[2] Cfr. ibidem, 779.
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