“Anuncien
que el Reino de los cielos está cerca” (Mt
10, 7-15). ¿Cuán “cerca” está el Reino de los cielos? ¿En qué se mide la
“cercanía” de este reino? Una aproximación la obtenemos en la consideración de
la naturaleza del Reino que, como Iglesia, debemos anunciar: este Reino no es
intra-mundano, “no pertenece a este mundo” (cfr. Jn 18, 36), y por lo tanto, es a-histórico, a-temporal, y no puede
ser ubicado geográfica y visiblemente, en un lugar u otro. El Reino de Dios es
un reino supra-humano, celestial, divino, sobrenatural; se origina en Dios, que
es eterno, y por lo tanto su término es la eternidad de Dios, es Dios, que es
su misma eternidad.
La
“cercanía” de este Reino no se mide en sí mismo, en consecuencia, en términos
témporo-espaciales, aunque el tiempo sí pueda servir como parámetro que mide la
cercanía para mí o para la Humanidad: de modo personal, el Reino estará tan “cerca”
de mí, como cerca esté el día de mi propia muerte, ya que en ese día, habrá
finalizado mi tiempo en la tierra, al tiempo que habrá comenzado la eternidad,
y en ese día, me será posible ver el Reino de Dios, que es eterno; para la Humanidad
entera, el Reino de Dios está tan cerca, como cerca esté el Día del Juicio
Final, Día en el que finalizarán el tiempo y la historia humanos, para dar paso
a la eternidad de Dios; en ese Día Final, toda la Humanidad entrará en la
eternidad divina, aunque unos entrarán en el Reino de Dios, mientras que otros
lo harán en el Reino de las tinieblas.
Otro
parámetro que mide la “cercanía” del Reino de Dios es el estado de gracia santificante,
porque para el alma que se encuentra en estado de gracia, más que “cerca”, el
Reino se encuentra “dentro” de ella; inversamente, para el alma en pecado
mortal, el Reino está “fuera” de ella, o más bien ella se ha alejado del Reino
de Dios, como el invitado sin traje de bodas, que es expulsado de la fiesta de
bodas del hijo del rey (cfr. Mt 40,
1-14), símbolo del alma en pecado mortal.
“Anuncien
que el Reino de los cielos está cerca”. El cristiano debe anunciar, con obras
de misericordia, que espera la pronta llegada del Reino de los cielos.
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