“Un
hombre construyó una casa sobre roca (…) otro, construyó sobre arena” (Mt 7, 21-29…). Para graficar el estado
del alma frente a las tribulaciones de la vida y las tentaciones, en el espacio
de tiempo que se recorre para llegar a la eternidad, Jesús recurre a una
parábola en la que dos hombres edifican sus respectivas casas en dos lugares
distintos: uno, sobre roca; el otro, sobre arena.
La
casa es el alma; los vientos, ríos y tempestades, son los asaltos de las pasiones, las tentaciones, las tribulaciones y los ataques del Enemigo de las almas; la roca es Cristo y sus enseñanzas, sus mandatos y su gracia
santificante: quien “construye sobre roca”, es decir, quien afianza su alma en
Cristo Jesús, buscando de vivir en gracia, evitar el pecado, obrar la
misericordia, llevando los mandatos de Jesús en el pensamiento en el corazón,
ese tal, resistirá a todo embate, sea exterior –ataques del enemigo de las
almas o injusticias de los hombres-, o interior –tribulaciones-, y saldrá
victorioso de todas sus luchas, principalmente las espirituales.
Por
el contrario, el que “construye sobre arena”, es aquel que deja de lado al
Hombre-Dios, para construir su espiritualidad con elementos que nada tienen que
ver con la religión católica, como por ejemplo, el gnosticismo de la Nueva Era,
que se manifiesta de múltiples maneras: yoga, reiki, ocultismo, esoterismo,
etc. A ese tal, al no estar cimentado en Cristo Jesús, todo su edificio espiritual
–su casa- se le derrumbará cuando deba enfrentarse a los mortales enemigos del
hombre, el Demonio, el pecado y la muerte, puesto que nada que no sea la gracia
santificante de Jesús, recibida a través de los sacramentos, puede defender al
alma de tan peligrosos enemigos.
“Un
hombre construyó una casa sobre roca (…) otro, construyó sobre arena”. No da lo
mismo creer y adorar a Jesús en la Eucaristía y tratar de cumplir sus
mandamientos, recibiendo los sacramentos y buscando conservar y acrecentar la
gracia santificante, que dejar de lado a Jesús para buscar elementos
espirituales alternativos. Lo primero, es el Camino al cielo; lo segundo, es el
camino pavimentado al Abismo en donde no hay redención.
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