viernes, 5 de mayo de 2017

“Yo Soy la Puerta de las ovejas”



(Domingo IV - TP - Ciclo A – 2017)
         “Yo Soy la Puerta de las ovejas” (Jn 10, 1-10). Jesús utiliza la imagen de un corral de ovejas y de su puerta, y también la de un pastor o guardián de las ovejas –“Yo Soy el Buen Pastor” (Jn 10, 11ss)-, para graficar su condición de verdadero Dios, al tiempo que de camino que lleva al Reino de los cielos. También utiliza la imagen de un ladrón y asaltante, para representar a aquellos malos pastores a los que no les interesan las ovejas, sino la renta o el dinero que de ellas pueda conseguir.
Para comprender en su totalidad la parábola, hay que tener en cuenta que cada elemento de la misma representa una realidad sobrenatural: el corral o redil, en donde están seguras las ovejas, es la Iglesia Católica y también el Reino de los cielos; la puerta que conduce al corral, por la que se entra al corral, es Él, el Hijo de Dios encarnado que en cuanto tal conduce a la unión con el Padre por el Espíritu Santo; las ovejas, son los fieles bautizados en la Iglesia Católica. Jesús utiliza la imagen de una puerta para aplicarla a sí mismo: “Yo Soy la Puerta de las ovejas”. Así como una puerta, al abrirla, da paso a otro espacio o ambiente, así Jesús, con su Corazón traspasado en la Cruz, es la Puerta abierta que da paso a la otra vida, al Reino de los cielos, al seno del Eterno Padre. El que entre por esta Puerta que es Jesús, encontrará alimento, el Cuerpo de Jesús sacramentado, y recibirá la Vida misma de Dios, la vida divina: “Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento (…)  Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia”.
         Jesús se diferencia claramente de quienes son los falsos mesías, los que no son pastores, sino “ladrones y asaltantes”, a quienes las ovejas no los siguen, porque ellas conocen la voz del Pastor de las almas y la saben distinguir de las voces de los ladrones: “Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz”. Los “ladrones y asaltantes” son todos aquellos que, en nuestros días pero también a lo largo de la historia, se presentan y se han presentado como mesías o como cristos, pero en realidad son fundadores de sectas que sólo buscan aprovecharse de las ovejas, es decir, de los fieles, puesto que no les interesa su eterna salvación, sino el provecho material y económico que de ellos puedan obtener.
         Por último, si bien no está incluido en este párrafo del Evangelio, forma parte de esta parábola y de esta imagen todo aquello que atenta contra las ovejas, además de los falsos pastores, y es la oscuridad de la noche, el estar fuera las ovejas del redil o corral, y la presencia del lobo que acecha a las ovejas para acabar con ellas con sus dentelladas. La oscuridad representa la tiniebla en la que el alma se sumerge, ya sea por el pecado, o por el error y la ignorancia acerca del Buen Pastor, Jesucristo; representa también el alejarse del redil, la separación voluntaria y consciente de la Iglesia, como sucede, por ejemplo, con los movimientos ateos de apostasía, que cuentan con activistas y con páginas en Internet, en donde promueven la apostasía, es decir, el salir de la Iglesia Católica, sin tener en cuenta que fuera del redil, fuera de la Iglesia, sólo hay oscuridad y muerte, según lo que afirman los Padres: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”. Son los que abandonan la Iglesia para volverse ateos y apóstatas, o bien para integrar sectas. El último elemento que acecha a las ovejas es el lobo, que en este caso, no es el animal creado, que acecha al redil, sino el Lobo infernal, el Demonio, el Ángel caído, que acecha a los fieles que buscan la salvación fuera del redil de Cristo, la Santa Iglesia Católica.
         Así como el lobo da fácil cuenta de las ovejas que han salido del redil y no están protegidas por el pastor, así el Demonio da fácil cuenta de las almas que abandonan la protección de la Iglesia, esto es, la gracia que proporcionan los sacramentos, la oración y la fe.

         “Yo Soy la Puerta de las ovejas”. Jesús es el Buen Pastor y es también la Puerta por donde las ovejas ingresan al seguro redil, es decir, por donde los hombres, por el bautismo, ingresan a la Iglesia Católica en el tiempo y, en la eternidad, al Reino de los cielos. No solo no debemos nunca salir del redil, sino que debemos llamar a otras ovejas, a nuestros hermanos, que están fuera del redil, para que entren pronto al corral, antes de que se haga de noche y la Puerta se cierre para siempre. Y para que siempre reconozcamos la Voz del Buen Pastor, es necesario que pasemos horas en adoración eucarística, ante el sagrario, allí donde se encuentra el Buen Pastor, Jesús Eucaristía.

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