(Domingo
IV - TP - Ciclo A – 2017)
“Yo Soy la Puerta de las ovejas” (Jn 10, 1-10). Jesús utiliza la imagen de un corral de ovejas y de
su puerta, y también la de un pastor o guardián de las ovejas –“Yo Soy el Buen
Pastor” (Jn 10, 11ss)-, para graficar
su condición de verdadero Dios, al tiempo que de camino que lleva al Reino de
los cielos. También utiliza la imagen de un ladrón y asaltante, para
representar a aquellos malos pastores a los que no les interesan las ovejas,
sino la renta o el dinero que de ellas pueda conseguir.
Para
comprender en su totalidad la parábola, hay que tener en cuenta que cada
elemento de la misma representa una realidad sobrenatural: el corral o redil,
en donde están seguras las ovejas, es la Iglesia Católica y también el Reino de
los cielos; la puerta que conduce al corral, por la que se entra al corral, es
Él, el Hijo de Dios encarnado que en cuanto tal conduce a la unión con el Padre
por el Espíritu Santo; las ovejas, son los fieles bautizados en la Iglesia
Católica. Jesús utiliza la imagen de una puerta para aplicarla a sí mismo: “Yo
Soy la Puerta de las ovejas”. Así como una puerta, al abrirla, da paso a otro
espacio o ambiente, así Jesús, con su Corazón traspasado en la Cruz, es la
Puerta abierta que da paso a la otra vida, al Reino de los cielos, al seno del
Eterno Padre. El que entre por esta Puerta que es Jesús, encontrará alimento,
el Cuerpo de Jesús sacramentado, y recibirá la Vida misma de Dios, la vida
divina: “Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y
salir, y encontrará su alimento (…) Yo
he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia”.
Jesús se diferencia claramente de quienes son los falsos
mesías, los que no son pastores, sino “ladrones y asaltantes”, a quienes las
ovejas no los siguen, porque ellas conocen la voz del Pastor de las almas y la
saben distinguir de las voces de los ladrones: “Les aseguro que el que no entra
por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un
asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián
le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las
hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo
siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de
él, porque no conocen su voz”. Los “ladrones y asaltantes” son todos aquellos
que, en nuestros días pero también a lo largo de la historia, se presentan y se han presentado como mesías o como cristos, pero en
realidad son fundadores de sectas que sólo buscan aprovecharse de las ovejas,
es decir, de los fieles, puesto que no les interesa su eterna salvación, sino
el provecho material y económico que de ellos puedan obtener.
Por último, si bien no está incluido en este párrafo del
Evangelio, forma parte de esta parábola y de esta imagen todo aquello que
atenta contra las ovejas, además de los falsos pastores, y es la oscuridad de
la noche, el estar fuera las ovejas del redil o corral, y la presencia del lobo
que acecha a las ovejas para acabar con ellas con sus dentelladas. La oscuridad
representa la tiniebla en la que el alma se sumerge, ya sea por el pecado, o
por el error y la ignorancia acerca del Buen Pastor, Jesucristo; representa
también el alejarse del redil, la separación voluntaria y consciente de la
Iglesia, como sucede, por ejemplo, con los movimientos ateos de apostasía, que
cuentan con activistas y con páginas en Internet, en donde promueven la
apostasía, es decir, el salir de la Iglesia Católica, sin tener en cuenta que
fuera del redil, fuera de la Iglesia, sólo hay oscuridad y muerte, según lo que
afirman los Padres: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”. Son los que
abandonan la Iglesia para volverse ateos y apóstatas, o bien para integrar
sectas. El último elemento que acecha a las ovejas es el lobo, que en este
caso, no es el animal creado, que acecha al redil, sino el Lobo infernal, el
Demonio, el Ángel caído, que acecha a los fieles que buscan la salvación fuera
del redil de Cristo, la Santa Iglesia Católica.
Así como el lobo da fácil cuenta de las ovejas que han
salido del redil y no están protegidas por el pastor, así el Demonio da fácil
cuenta de las almas que abandonan la protección de la Iglesia, esto es, la
gracia que proporcionan los sacramentos, la oración y la fe.
“Yo Soy la Puerta de las ovejas”. Jesús es el Buen Pastor y
es también la Puerta por donde las ovejas ingresan al seguro redil, es decir,
por donde los hombres, por el bautismo, ingresan a la Iglesia Católica en el
tiempo y, en la eternidad, al Reino de los cielos. No solo no debemos nunca
salir del redil, sino que debemos llamar a otras ovejas, a nuestros hermanos,
que están fuera del redil, para que entren pronto al corral, antes de que se
haga de noche y la Puerta se cierre para siempre. Y para que siempre reconozcamos la Voz del Buen Pastor, es necesario que pasemos horas en adoración eucarística, ante el sagrario, allí donde se encuentra el Buen Pastor, Jesús Eucaristía.
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