“Los
cachorros comen las migajas de la mesa de sus dueños” (Mt
15, 21-28). La respuesta de la mujer cananea agrada tanto a Jesús,
que la felicita y le concede el milagro que buscaba: la curación de
su hija: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!
Y en ese momento su hija quedó curada”. Lo que agrada a Jesús es
su fe, pero también su profunda humildad, que es el requisito
necesario para el acto de fe: la mujer cananea no solo no se ofende
cuando Jesús la compara indirectamente con unos cachorritos, sino
que profundiza su acto de humildad, asimilando para sí esa
comparación, dando lugar a la plena manifestación de su fe: “¡Y
sin embargo, Señor, los cachorros comen las migajas que caen de la
mesa de sus dueños!”. La secuencia en la mujer cananea es
entonces: humildad, fe, y don de Dios, concretado en el milagro de
curación de su hija.
Del
episodio se ve que la humildad es un requisito indispensable para la
acción de la gracia, porque luego de su acto de humildad, recibe la
gracia para el acto de fe que ya venía insinuándose. Pero la gracia
es anterior al acto no solo de fe, sino de humildad, porque no haría
ese acto de humildad, sino hubiera recibido ya en cierto modo, la
gracia para hacerlo. Si la mujer cananea hubiera rechazado la primera
gracia, la de la humildad, y hubiera demostrado ese rechazo a través
de un acto de soberbia, inmediatamente se habría bloqueado la gracia
para el acto de fe.
Todo acto
de soberbia es una participación, aunque sea pequeña, al gran acto
de soberbia de aquel que creó la soberbia en su ennegrecido y duro
corazón angélico, soberbia que le valió la expulsión del cielo
para siempre.
La mujer
cananea es entonces un ejemplo para todo cristiano, puesto que
muestra, además de humildad y fe, una gran sabiduría, al rechazar
la soberbia, pecado capital que impide la acción de la gracia y el
ejemplo es ante todo en el momento de recibir la Eucaristía, porque
no puede recibir el Pan Vivo bajado del cielo, el Pan que Dios Padre
sirve a sus hijos en la mesa del altar, quien tiene un corazón
soberbio.
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