lunes, 5 de agosto de 2013

“Tomó los cinco panes y los dos pescados (…) los bendijo (…) y los distribuyó (…) Todos comieron hasta saciarse”



“Tomó los cinco panes y los dos pescados (…) los bendijo (…) y los distribuyó (…) Todos comieron hasta saciarse” (Mt 14, 13-21). La multiplicación de panes y peces es un milagro de omnipotencia, que demuestra la condición divina de Jesús. El hecho de la multiplicación requiere que sean creadas nuevos átomos y moléculas materiales, constitutivos de la materia del pan y de los peces, y esta creación es de la nada, es decir, sin una materia pre-existente. Es un milagro de omnipotencia, puesto que solo Dios Creador puede crear de la nada la materia y multiplicarla. En este sentido, el milagro de la multiplicación de panes y peces recuerda al milagro, también portentoso, de la Creación del mundo, que es realizada de la nada. El mismo Dios que creó el mundo, es el mismo Dios que ahora, encarnado en la Persona del Hijo, crea de la nada la materia de panes y peces. Con milagros de estas características, Jesús demuestra, de modo más que suficiente, que Él es quien dice ser: Dios Hijo, tan Dios como el Padre y el Espíritu Santo. A partir de este milagro, si alguien duda acerca de la condición divina de Jesús, lo hace solo porque quiere hacerlo, puesto que la prueba física del milagro corrobora la auto-proclamación de Jesús como Dios Hijo que proviene del Padre.
Ahora bien, esta prueba de omnipotencia divina no se limita a la multiplicación de panes y peces, puesto que Jesús continúa obrando en el mundo con su poder divino, y lo hace por medio de su Cuerpo Místico, la Iglesia. Este poder divino se manifiesta en la Iglesia ante todo en la Santa Misa, en donde Jesús obra un milagro infinitamente mayor que la multiplicación de la materia inerte de panes y peces: a través del sacerdocio ministerial, Jesús obra el milagro asombroso de la transubstanciación, por medio del cual la materia sin vida del pan y del vino se convierte en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

Si en el Evangelio Jesús multiplica panes y peces, en la Iglesia, por medio del sacerdocio ministerial, Jesús transubstancia pan y vino en Cuerpo y Sangre de Jesús. Así, en el Evangelio se dice: “Tomó los cinco panes y los dos pescados (…) los bendijo (…) y los distribuyó (…) Todos comieron hasta saciarse”; en la Iglesia, se dice así: “Tomó el pan y el vino, pronunció las palabras de la consagración, y distribuyó la Eucaristía, todos comieron hasta saciarse con la substancia divina del Pan Vivo bajado del cielo”. 

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