jueves, 20 de febrero de 2014

“Ama a tus enemigos”





(Domingo VII  - TO - Ciclo A – 2014)
         “Ama a tus enemigos” (Mt 5, 38-48). Este mandamiento es la prueba de que el cristianismo es una religión de origen divino, porque es un mandamiento que es imposible de cumplir con las solas fuerzas humanas. Además, es un mandamiento imposible de mandar por un líder de una religión meramente humana. Por otra parte, este mandamiento es la prueba de que la inmensa mayoría de los cristianos desconocen a Jesucristo, porque no cumplen ni siquiera mínimamente este mandamiento, ya que ante cuando se enfrentan, en la vida real, a la posibilidad real de tener que perdonar a su enemigo –ya sea por una injuria leve o grave-, los cristianos –la inmensa mayoría, aunque hay excepciones- reaccionan de modo natural, es decir, vengándose de sus enemigos, tal como lo dictaba el Antiguo Testamento: “ojo por ojo, diente por diente”. Y si puede ser “dos ojos por un ojo, y dos dientes por un diente”, mejor. Es decir, a la hora de arreglar cuentas con quien le ha hecho algún daño, el cristiano no se acuerda de las palabras de Jesús: “Ama a tu enemigo”; las palabras de Jesús, para el cristiano, no tienen ningún peso en la vida cotidiana, y esto vale tanto para el niño que está aprendiendo el Catecismo de Primera Comunión –y por lo tanto sabe el Mandamiento del Amor-, como para el que ya ha recibido la Primera Comunión, como para el adolescente, el joven, el adulto, el anciano, es decir, esto es válido para todos los católicos de todas las edades, de todas las clases sociales, de todas las razas y de todas las latitudes y de todas las naciones. A la hora de arreglar cuentas con quien lo ha ofendido, el católico deja de lado el mandato de Jesús, el mandato del Nuevo Testamento: “Ama a tus enemigos”, el mandato para el cual incluso Él le ha dado ejemplo entregando su vida en la cruz, para que sepa cómo tiene que hacer, para que no tenga excusas y no diga que “no sabía cómo tenía que obrar”, ya que Jesús entregó su vida por nosotros en la cruz para perdonarnos, siendo nosotros sus enemigos. Y sin embargo, a pesar de haber dado Jesús su vida en la cruz como ejemplo de cómo dar la vida en rescate por la humanidad, los católicos hacemos caso omiso cuando de perdonar a los enemigos se trata, y olvidándonos y no teniendo en cuenta sus palabras, echamos mano al Antiguo Testamento, a la ley maldita del Talión “ojo por ojo y diente por diente”, y hasta que no hemos satisfecho nuestra sed de venganza, no nos quedamos contentos.
“Ama a tus enemigos”. Arrodillados al pie de la cruz, debemos alzar los ojos y contemplar a Cristo crucificado, que agonizando desde la cruz nos dice: “Ama a tus enemigos; si te falta amor para amarlos, ven y tómalo de mi Corazón; ven, acércate y bébelo de mi Costado traspasado; ven, embriágate con la Sangre que brota de  mis entrañas de misericordia, mi Sagrado Corazón; apoya tus labios secos y sedientos en mi Costado abierto, es la Fuente y el Manantial de Amor que te ofrece tu Dios, bebe todo lo que quieras, sáciate de mi Amor, bebe mi Espíritu Santo, bebe el Amor de tu Dios, que te lo ofrece todo, sin reservas; embriágate, emborráchate de Amor Divino, hay de sobra, bebe hasta el fondo del Cáliz, porque no tiene fondo, es Amor Infinito y Eterno, y tu corazón, que es estrecho y pequeño, se saciará con este Amor, que es dulce y exquisito, y tendrás de sobra para amar a tu enemigo, a tus enemigos a todos tus enemigos, para perdonarle su injuria, sus injurias, todas ellas, desde las más pequeñas, hasta las más grandes e infames, porque Yo las ahogué a todas y las hice desaparecer a todas en este Vino, el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, que es mi Sangre, la Sangre de mi Corazón traspasado. Ven, bebe de mi Corazón traspasado, bebe del Amor Divino para que puedas amar a tus enemigos con el mismo Amor con el que Yo te amé y te amo desde la cruz y con el que te amaré por toda la eternidad, y no temas. Ama a tus enemigos con el Amor con el que te amo desde la cruz”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario