“Todo es posible para el que tiene fe” (Mc 9, 14-28). Le presentan a Jesús un
endemoniado, poseído por un demonio mudo, que ha intentado varias veces acabar
con su vida. Los discípulos de Jesús no han sido capaces de expulsarlo y, de
las palabras de Jesús, se deduce que la causa es la falta fe la escasa oración:
"Todo es posible para el que tiene fe" y "esta clase de demonios
se expulsa por la oración".
Pero no solo para expulsar demonios es
necesaria la fe y la oración: también para la vida cotidiana, la vida de todos
los días, es necesario tener fe y orar, porque todos los días es necesario
alimentarse del Amor de Dios para poder vivir, y el Amor de se obtiene solo por
la oración y por la fe. Todos los días es necesario necesita el alma nutrirse
del Amor Divino, así como necesita el cuerpo todos los días nutrirse de
alimento, y es por esto que es necesaria la oración y la fe.
"Todo es posible para el que tiene
fe". Les dice Jesús a sus discípulos, para que sean fuertes y puedan
expulsar a los demonios. Y es así, porque el que reza y tiene fe se une a
Cristo crucificado y así puede expulsar demonios porque se vuelve, más que
fuerte, invencible. Unido a Cristo crucificado y resucitado, por la fe y la
oración, el hombre se vuelve, más que fuerte, invencible, y así puede derrotar
a los tres grandes enemigos que lo acosan desde que perdió el Paraíso: el
demonio, el pecado, la muerte. Unido a Cristo crucificado, muerto y resucitado,
por la fe y por la oración, el hombre se vuelve invencible, y todo le es posible,
porque se vuelve él mismo, de mortal que es, en Dios por participación.
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