viernes, 21 de octubre de 2016

“¡Hipócritas! Disciernen el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?”



“¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?” (Lc 12, 54-59). Jesús acusa a sus discípulos de ser “hipócritas” porque saben discernir los cambios de tiempo meteorológico –si hará calor o si lloverá- pero no saben discernir “el tiempo presente”, es decir, la época mesiánica, por su Presencia entre ellos.
Puesto que nosotros, en cuanto cristianos, también somos sus discípulos, estas palabras también nos competen, por lo que debemos preguntarnos: ¿cuáles son los signos del tiempo presente en nuestro tiempo? Podemos buscar la respuesta en dos lados: en el Catecismo de la Iglesia Católica y en Sor Faustina Kowalska. El Catecismo dice: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un pseudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne”[1].
Ahora bien, podemos decir que estamos viviendo tiempos de apostasía, con lo cual, si no estamos en esta “prueba final”, estamos viviendo sus prolegómenos. Entonces, una primera respuesta es -según el Catecismo- que el “signo de los tiempos” que estamos viviendo en nuestro siglo XXI, es la preparación previa a su Segunda Venida.
Y con respecto a Santa Faustina, Jesús le dice que “preparará al mundo para su Segunda Venida” por medio de la difusión de la devoción a la Divina Misericordia. Nuevamente, al igual que el Catecismo, la devoción a Jesús Misericordioso nos dice que está cerca el regreso de Jesús en la gloria.
Los dos signos de los tiempos que vivimos, nos llevan a su vez a la pregunta de Jesús: “Cuando vuelva el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” (Lc 18, 8).




[1] Cfr. n. 675.

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