domingo, 2 de diciembre de 2018

"Verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria"



(Domingo I - TA  Ciclo C - 2018 – 2019)

Con el Primer Domingo de Adviento, la Iglesia comienza un nuevo ciclo litúrgico, por lo que es el equivalente al fin del año civil: finaliza un año –un ciclo litúrgico- y comienza otro año –otro ciclo litúrgico-.  La sociedad civil y la Iglesia coinciden entonces en que ambos finalizan un período de tiempo y comienzan otro. Pero en el caso de la Iglesia, hay algo más, mucho más profundo e insondable, que en el caso de la sociedad civil, porque mientras en esta se trata simplemente de un cambio en la numeración que indica el tiempo transcurrido y por transcurrir, sin otra significación, en la Iglesia tiene otro significado: a través del tiempo litúrgico, participa de un misterio que sobrepasa la capacidad de comprensión de la creatura infinitas veces más que cielo supera a la tierra. Este misterio, del cual la Iglesia participa cada vez que inicia un nuevo año litúrgico y que sobrepasa infinitamente nuestra capacidad de comprensión, es el misterio de Cristo[1], el Hombre-Dios, la Segunda Persona de la Trinidad encarnada en el seno de María Virgen –y que prolonga su Encarnación en el seno virgen de la Iglesia, el altar eucarístico-, que Vino por primera vez en Belén, que Viene en el tiempo de la Iglesia y que Vendrá al fin de los tiempos para juzgar a la humanidad. Para participar del misterio de Cristo, es que la Iglesia dispone que haya un tiempo especial, el Adviento, en el cual el alma se concentra en la espera de Aquel que Vino, que Viene y que Vendrá. El Adviento es entonces tiempo de preparación espiritual, o más bien, de una doble preparación espiritual, para el encuentro con Cristo: una primera preparación es para la conmemoración y celebración del misterio de la Primera Venida de Jesús en la humildad del Portal de Belén, es decir, la Navidad; la segunda preparación del Adviento es para la Segunda Venida del Señor Jesús en la gloria. Esto explica que el Evangelio elegido por la Iglesia para este Primer Domingo de Adviento -Lucas (21,25-28.34-36)- se refiera a la Segunda Venida del Señor Jesús: “Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria”.
Ahora bien, puesto que entre la Primera y la Segunda Venida hay una Venida Intermedia, esto es, el Arribo o la Llegada de Jesús por el Sacramento de la Eucaristía al alma, podemos decir que el Adviento es también tiempo de preparación espiritual para esta Venida Intermedia, el Arribo de Jesús al alma a través del misterio de la Eucaristía.
El Adviento entonces, es preparación espiritual para participar del misterio del Nacimiento –por el misterio de la liturgia- de Aquel que Vino por primera vez, en el Portal de Belén; del misterio de Aquel que Vendrá por Segunda y definitiva vez, en la gloria, para juzgar a vivos y muertos; del misterio de Aquel que Viene al alma en cada Comunión Eucarística. Adviento es tiempo por lo tanto de una triple preparación espiritual del alma. Puesto que Aquel que Vino en Belén, que Viene en cada Eucaristía y que Vendrá al fin de los tiempos es Dios Hijo encarnado, el alma debe estar no solo “atenta y vigilante”, con “la lámpara de la fe encendida”, sino que el alma debe estar reluciente, esplendorosa, brillante, por la gracia santificante.
Estar preparados para el encuentro personal con Cristo, el Hombre-Dios –que Vino, que Viene y que Vendrá- es el sello característico del Adviento. En la iglesia ambrosiana se canta así al terminar el año litúrgico: “Nuestros años y nuestros días van declinando hacia su fin. Porque todavía es tiempo, corrijámonos para alabanza de Cristo. Están encendidas nuestras lámparas, porque el Juez excelso viene a juzgar a las naciones. Alleluia, alleluia”[2]. El tiempo va pasando y la eternidad se acerca[3]: cada día, cada hora, cada segundo que pasa, es un día menos, una hora menos, un segundo menos, que nos separa de la eternidad, del encuentro personal, cara a cara, con el Justo y Supremo Juez, Cristo Jesús. Es para este encuentro que la Iglesia dispone un tiempo especial, el Adviento, a fin de que el alma esté lista y preparada, para cuando llegue el momento más importante de esta vida, que es paradójicamente la muerte, porque por la muerte se deja esta vida terrena y se ingresa en la vida eterna.
“Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que (…) podáis manteneros en pie ante el Hijo del hombre (…) Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra”. La única manera en la que el alma está dignamente preparada para recibir al Hijo del hombre, que Vino en el Portal de Belén, que Viene en cada Eucaristía y que Vendrá al fin del mundo, es tener su alma en estado de gracia santificante. Para que el alma deje de estar en pecado y comience a vivir en estado de gracia, es que la Iglesia dispone el tiempo de gracia al que le da el nombre de “Adviento”. Prepararnos para la Venida de Cristo, éste es el deseo de la Iglesia para sus hijos en Adviento y es por eso que, al inicio del Adviento, dice así, dirigiéndose a Dios: “Despierta en tus fieles el deseo de prepararse a la venida de Cristo por la práctica de las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino celestial”[4].



[1] Cfr. Odo Casel, Il mistero del culto cristiano, Ediciones Borla, Roma4 1960, 109.
[2] Miss. Ambros., Último Domingo antes del Adviento: Transitorium; en Odo Casel, Misterio de la Cruz, Ediciones Guadarrama, Madrid2 1964, 189.
[3] Odo Casel, Misterio de la Cruz, Ediciones Guadarrama, Madrid2 1964, 189.
[4] Cfr. Liturgia de las Horas, I Vísperas, http://www.liturgiadelashoras.com.ar/

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