“Cuando les quiten al Esposo, entonces sí ayunarán” (cfr. Mt 9, 14-15). El tema central de este
Evangelio es el ayuno: así como los amigos del esposo humano no ayunan, porque
están alegres por él y por eso festejan alegremente con manjares, para expresar
así su alegría por la alegría del esposo, así también los católicos –amigos del
Esposo, Cristo-, se alegran por su desposorio místico con la Iglesia –la Iglesia
Católica, obviamente- y no hacen ayuno, porque están con el Esposo, están con
Cristo en su misión de predicar el Evangelio. Sin embargo, advierte Jesús, el
Esposo les será quitado a sus amigos –es el misterio de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Cristo-, entonces sí ayunarán, porque estarán entristecidos porque
ya no están con el Esposo. Ésta es la situación de la Iglesia en el tiempo
terreno y durará hasta el fin del tiempo, hasta el Día del Juicio Final, porque
si bien el Esposo, Cristo, está en el Tabernario, en el sagrario, en la
Eucaristía, en estado de gloria, con el mismo Cuerpo glorioso y resucitado con
el que está en el cielo, la Iglesia vive como en el exilio, sin la Presencia
visible del Señor Jesús. El ayuno de la Iglesia –ayuno de las obras,
pensamientos y palabras malas- terminará el Día del Juicio Final, cuando el
Esposo, Cristo, regrese en la gloria como Justo Juez.
“Cuando les quiten al Esposo, entonces sí ayunarán”. Por mandato
de Jesús, la Iglesia practica el ayuno, tanto corporal, de alimentos, como
espiritual y de moral, en el sentido de la abstención de obras malas y esto lo
hará todos los días, hasta el fin del mundo. De ahí que el ayuno –a pan y agua,
uno o días a la semana, acompañado del ayuno espiritual de obras malas-, sea
tan importante en la lucha espiritual contra el espíritu del mal, contra el
Príncipe las tinieblas. Crecer en el Amor de Dios y rechazar de raíz al
espíritu del mal, el Ángel caído, es el objetivo del ayuno que practican los
amigos del Esposo, los bautizados en la Iglesia Católica. Cuando, por la gracia
de Dios, ingresemos para siempre en la vida eterna, ahí será cuando dejaremos
de ayunar, para alimentarnos del Amor del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús,
para siempre.
En aquel tiempo, los
discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus
discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les
respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está
con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí
ayunarán”.
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