martes, 1 de marzo de 2022

Jueves después de Cenizas

 



         “Cuando les quiten al Esposo, entonces sí ayunarán” (cfr. Mt 9, 14-15). El tema central de este Evangelio es el ayuno: así como los amigos del esposo humano no ayunan, porque están alegres por él y por eso festejan alegremente con manjares, para expresar así su alegría por la alegría del esposo, así también los católicos –amigos del Esposo, Cristo-, se alegran por su desposorio místico con la Iglesia –la Iglesia Católica, obviamente- y no hacen ayuno, porque están con el Esposo, están con Cristo en su misión de predicar el Evangelio. Sin embargo, advierte Jesús, el Esposo les será quitado a sus amigos –es el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo-, entonces sí ayunarán, porque estarán entristecidos porque ya no están con el Esposo. Ésta es la situación de la Iglesia en el tiempo terreno y durará hasta el fin del tiempo, hasta el Día del Juicio Final, porque si bien el Esposo, Cristo, está en el Tabernario, en el sagrario, en la Eucaristía, en estado de gloria, con el mismo Cuerpo glorioso y resucitado con el que está en el cielo, la Iglesia vive como en el exilio, sin la Presencia visible del Señor Jesús. El ayuno de la Iglesia –ayuno de las obras, pensamientos y palabras malas- terminará el Día del Juicio Final, cuando el Esposo, Cristo, regrese en la gloria como Justo Juez.

         “Cuando les quiten al Esposo, entonces sí ayunarán”. Por mandato de Jesús, la Iglesia practica el ayuno, tanto corporal, de alimentos, como espiritual y de moral, en el sentido de la abstención de obras malas y esto lo hará todos los días, hasta el fin del mundo. De ahí que el ayuno –a pan y agua, uno o días a la semana, acompañado del ayuno espiritual de obras malas-, sea tan importante en la lucha espiritual contra el espíritu del mal, contra el Príncipe las tinieblas. Crecer en el Amor de Dios y rechazar de raíz al espíritu del mal, el Ángel caído, es el objetivo del ayuno que practican los amigos del Esposo, los bautizados en la Iglesia Católica. Cuando, por la gracia de Dios, ingresemos para siempre en la vida eterna, ahí será cuando dejaremos de ayunar, para alimentarnos del Amor del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, para siempre.

 

En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán”.

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