lunes, 13 de marzo de 2023

“Perdona setenta veces siete”

 


“Perdona setenta veces siete” (Mt 18, 21-35). Pedro le pregunta a Jesús acerca del perdón al prójimo; llevado por la casuística judía, Pedro pensaba que con perdonar siete veces ya era suficiente para cumplir con la ley. En otras palabras, Pedro pensaba que debía perdonar siete veces y, a la octava vez, era libre de aplicar la ley del Talión, “ojo por ojo y diente por diente”.

La respuesta de Jesús abre un panorama completamente distinto, inimaginable hasta ese entonces: Jesús le dice a Pedro que debe perdonar, no siete veces, ni siete veces siete, sino setenta veces siete, lo cual quiere decir “siempre”. En otras palabras, la respuesta de Jesús es: “Perdona siempre”, porque “setenta veces siete” se traduce por “siempre”.

La razón del perdón cristiano no se fundamenta ni en la bondad del ofendido, ni en el paso del tiempo, ni en ninguna causa natural. La razón del perdón cristiano hay que buscarla, precisamente, en quien se origina, en Cristo. El perdón cristiano no se entiende si no es a la luz de la cruz de Cristo: en la cruz, Cristo nos perdona, a todos y a cada uno de nosotros, con un perdón infinito, con un perdón basado en un Amor infinito, que no mide ni la magnitud ni la cantidad de las ofensas: Cristo desde la cruz nos perdona con un Amor infinito y con un alcance infinito, en el sentido de que no hay pecado que Cristo no nos perdone. El único requisito para obtener el perdón de Cristo, es reconocer nuestro pecado, reconocer nuestra ofensa cometida contra Cristo por medio del pecado y confesar nuestras culpas, a los pies de Jesús crucificado, que es la confesión al representante de Cristo en la tierra, el sacerdote ministerial, por medio del Sacramento de la Penitencia.

El perdón que cada uno de nosotros recibe de Cristo, perdón que le cuesta a Cristo su Sangre y su Vida, es el fundamento para nuestro perdón como cristianos: así como Cristo nos perdona desde la cruz, así nosotros debemos, con ese mismo perdón recibido de Cristo, perdonar a nuestro prójimo. Y debido a que el perdón de Cristo no tiene límites en el tiempo, así también debe ser nuestro perdón: siempre, es decir, “setenta veces siete”.

No se concibe un cristiano que no perdone a su prójimo con el mismo perdón con el cual Cristo nos perdona desde la cruz: “setenta veces siete”, es decir, “siempre”. Como cristianos, debemos perdonar a nuestros enemigos personales “siempre”, lo cual no es obstáculo para buscar la justicia, aunque eso ya es otro tema. Como cristianos, debemos perdonar como Cristo nos perdona desde la cruz, es decir, “siempre”.

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