martes, 9 de mayo de 2023

“Cumplan los Mandamientos, vivan en mi Amor y tendrán alegría”

 


“Cumplan los Mandamientos, vivan en mi Amor y tendrán alegría” (Jn 15, 9-11). En estos tiempos en los que abundan los trastornos del ánimo, como la angustia, la depresión, la tristeza, y en los que se acuden al psicólogo y al psiquiatra como si fueran demiurgos capaces de solucionar la crisis existencial del ser humano por medio de sesiones de diván y medicamentos psiquiátricos, Nuestro Señor Jesucristo nos da lo que podríamos llamar la verdadera y única “fórmula” para la felicidad: cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios, vivir en su Amor, el Amor de Dios y así el alma se asegura, no de no tener problemas ni de sufrir tribulaciones, sino de poseer la alegría de Cristo, que no es una alegría más entre tantas, sino que es la Alegría de Dios, porque Cristo es Dios.

Muchos, incluso entre los cristianos, dejan de lado los Mandamientos de la Ley de Dios, porque los consideran como “pasados de moda”; muchos, incluso sacerdotes, critican y tildan de “rígidos” a los que tratan de cumplir los Mandamientos, instando a que vivan según sus propios sentimientos, según su propia voluntad. Sin embargo, esta receta, que aparentemente concede “liberación” al alma, lo único que hace, al dejar de lado la Ley de Dios y sus Mandamientos, es esclavizarlas al pecado y el pecado provoca amargura, dolor, soledad, alejamiento de Dios, oscuridad espiritual y tristeza en lo anímico, además de depresión y angustia. Podemos decir, con toda certeza, que la tristeza, la angustia, la depresión, la sensación de soledad, de abandono, de falta de sentido de la vida, se deriva de no seguir el consejo de Jesús, de cumplir los Mandamientos por amor a Él y la consecuencia de esto es que el alma se priva, voluntariamente, de la alegría de Dios. No significa esto que el cumplir los Mandamientos de Dios es la solución instantánea para todos los problemas y las tribulaciones que implican la existencia del hombre en la tierra, pero sí se puede decir que seguir el consejo de Jesús le concede al alma una serena alegría, aun en medio de los más intensos problemas y tribulaciones.

“Cumplan los Mandamientos, vivan en mi Amor y tendrán alegría”. Si el mundo siguiera estos simples consejos de Jesús, la vida en la tierra sería un anticipo de la vida eterna en el Reino de los cielos.

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