domingo, 14 de mayo de 2023

“Vuestra tristeza se convertirá en alegría”

 


“Vuestra tristeza se convertirá en alegría” (Jn 16, 16-20). Jesús les anticipa a sus discípulos, en la Última Cena, lo que sucederá luego de su muerte en la cruz el Viernes Santo, en el Calvario: ellos se entristecerán -además se acobardarán-, porque la experiencia de ver a Jesús flagelado, coronado de espinas, cargando la cruz en el Via Crucis y finalmente, muerto en la cruz y sepultado, provocará en ellos un gran dolor y una gran tristeza, además de miedo a los judíos y todo esto sucederá porque al ver a Jesús muerto, no darán crédito a lo que Jesús les había dicho, acerca de que Él iba a resucitar al tercer día. A la tristeza de los Apóstoles, de la Iglesia Naciente, se contrapone la alegría del mundo, porque los que crucificaron a Jesús creerán haber hecho bien, creerán haber hecho justicia, cuando en realidad cometieron una gran injusticia y un gran mal, pero el mundo se alegra en la injusticia y en el mal. Esta situación se revertirá cuando Jesús resucitado se aparezca a sus discípulos, lleno de la gloria, de la vida, de la luz y de la alegría de Dios: “Vuestra tristeza se convertirá en alegría”. Y de hecho, la primera reacción de los discípulos, al reconocer a Jesús resucitado por la luz del Espíritu Santo, es la de la alegría; todos los Evangelios coinciden en esta reacción de alegría entre los discípulos, al darse cuenta que su Maestro, que había muerto en la cruz el Viernes Santo, ahora ha resucitado, el Domingo de Resurrección y está vivo y vive para siempre y ya no muere más. Los discípulos se alegran, pero no con la alegría humana, sino con la alegría que les comunica Jesús, porque Jesús, en cuanto Dios, es “Alegría Infinita”, como dice Santa Teresa de los Andes y es esa Alegría la que Jesús da a sus discípulos.

“Vuestra tristeza se convertirá en alegría”. Las tribulaciones del mundo, de un mundo que se muestra cada vez más antihumano y anticristiano, pueden hacer que perdamos la alegría, por eso es necesario que acudamos ante Jesús Eucaristía, que nos postremos ante Él en el sagrario y le pidamos, no que nos quite la cruz, sino que nos conceda su Alegría, la Alegría de su Sagrado Corazón, la Alegría de Dios y así nuestra tristeza se convertirá en alegría.

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