lunes, 4 de septiembre de 2023

“Sé quién eres: el Hijo de Dios”

 


“Sé quién eres: el Hijo de Dios” (Lc 4, 31-37). En este episodio podemos ver diferentes elementos que pertenecen a nuestra fe católica. Por un lado, la existencia de los ángeles caídos o espíritus inmundos, seres espirituales malignos que perdieron la visión beatífica de la Trinidad para siempre, al rebelarse contra Dios y negarse a servirlo y amarlo; por otro lado, vemos también cómo estos espíritus malignos no están encerrados en el Infierno, sino que andan sueltos por el mundo, “buscando a quién devorar”, como dice la Escritura y de hecho lo hacen de diversas maneras, ya sea haciendo caer a los hombres en la tentación o bien tomando posesión de sus cuerpos, como en este caso, lo cual se llama “posesión demoníaca”. La posesión demoníaca entonces es una realidad y no una fantasía y lo grave es que el hombre moderno, al dejar de lado la doctrina católica, se vuelve hacia las doctrinas de demonios, quienes son los que, en algunos casos, toman posesión de sus cuerpos.

Otro elemento que podemos destacar es que el demonio que posee al ser humano, en este Evangelio, sabe quién es Jesús, no por visión beatífica, que no la tiene, sino por deducción, con su inteligencia angélica, de lo que realiza Jesús: el demonio ve que Jesús, siendo hombre, hace obras propias de Dios, como las curaciones milagrosas, la resurrección de muertos, la multiplicación de panes y peces. Al ver todo esto, el demonio hace lo que no hacen muchos de los hebreos de la época, a quienes Jesús les dice: “Si no me creen a Mí, al menos crean a mis obras” y las obras de Jesús son los milagros. En definitiva, el demonio tiene más fe en Jesús como Dios Hijo, que los mismos judíos e incluso más que los propios discípulos de Jesús.

Por último, el Evangelio nos enseña que Jesús, siendo Dios Hijo, siendo el Sumo y Eterno Sacerdote, con su omnipotencia divina, tiene fuerza más que suficiente para expulsar a los demonios con su propia palabra: Jesús le ordena al demonio que abandone a esa persona a la que había poseído y el demonio obedece en el acto. Es de este poder sacerdotal de Cristo, de quienes los sacerdotes ministeriales participan y es por eso que los sacerdotes que se dedican a este ministerio, el del exorcismo, pueden expulsar demonios en Nombre de Jesús.

“Sé quién eres: el Hijo de Dios”. Muchos cristianos deberían, paradójicamente, aprender de este demonio que, aunque son mentirosos, algunas veces dicen la verdad, como en este caso, al reconocer a Jesús como Hijo de Dios. Como hijos de Dios y de la Iglesia, también nosotros deberíamos decir a Jesús Eucaristía: “Sé quién eres, Señor: el Hijo de Dios, Presente en la Eucaristía con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad”.

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