jueves, 7 de julio de 2011

Quien persevere hasta el fin se salvará

Sólo en la Consagración
al Inmaculado Corazón de María
estarán las almas a salvo
de la inmensa corrupción
de cuerpo y espíritu
que se ha abatido
sobre el mundo entero.


“Quien persevere hasta el fin se salvará” (Mt 10, 16-23). Jesús habla de la persecución que habrá de sufrir la Iglesia naciente por parte de los judíos, ya que menciona a la sinagoga, pero habla también de la última persecución, la que sufrirá la Iglesia hasta el fin de los tiempos.

“Quien persevere hasta el fin se salvará”. ¿Por qué la advertencia de Jesús?

Porque antes de la persecución cruenta, final, habrá otra persecución, incruenta, orquestada y dirigida por los medios masivos de comunicación, tendientes a hacer desaparecer del horizonte de la humanidad hasta la idea de Dios y a corromper el alma y el cuerpo de los hombres. De esta manera, a medida que se acerque el fin, la presencia e influencia del infierno y de sus agentes se hará sentir cada vez más intensamente, al punto tal que no parecerá no haber nada sin corrupción, y tal será la situación, que si Dios no acortase los tiempos, se contaminarían con el mal hasta los elegidos.

¿Estamos viviendo esos tiempos? Sólo tres signos, de entre muchos, parecieran inclinarnos a responder afirmativamente.

Un signo es el intento de convertir, mediante la ideología del género, a todo el mundo en un inmenso Sodoma y Gomorra, por medio de las leyes de educación sexual y por la legalización del homomonio. Dentro de poco, de seguir la tendencia actual, no quedará nadie, ni siquiera los niños, puesto que se enseña esto desde el jardín de infantes, sin aceptar la liberalización total de la sexualidad humana.

El otro signo es el aparente triunfo de la “cultura de la muerte”, que busca eliminar a la vida humana en sus extremos, en la concepción y en la vejez, por medio de la legalización del aborto y la eutanasia.

El tercer signo se da dentro de la Iglesia Católica, y es la negación de la Presencia real de Jesús en la Eucaristía. Dice Ana Catalina Emmerich: “Vi a la nueva iglesia, la cual (los apóstatas) estaban tratando de construir. No había nada sagrado en ella... La gente estaba amasando el pan en la cripta de abajo... pero no recibían el Cuerpo del Señor, sino solo pan. Los que estaban en el error, pero sin culpa propia, y que piadosamente y ardientemente deseaban recibir el Cuerpo de Jesús, eran consolados espiritualmente, pero no a causa de su comunión. Entonces, mi Guía (Jesús) dijo: “Esto es Babel”.

La consideración, aunque sea ligera, de nuestros tiempos, nos lleva a recordar las palabras del Apocalipsis: “Fuera los perros, los hechiceros, los fornicadores, los asesinos, los idólatras, y todo el que ama la mentira” (22, 15).

Pero el Apocalipsis también describe a aquellos que perseveraron hasta el fin, que no se dejaron contaminar por la idolatría a la Bestia: “Estos son los que vencieron a la bestia y al Dragón con la Sangre del Cordero, y por el testimonio que dieron” (cfr. 15, 2. 12, 11).

“Quien persevere hasta el fin se salvará”. Sólo por medio de la Consagración al Inmaculado Corazón de María Santísima podrán los hombres salvarse, porque sólo ahí se estará al abrigo de la corrupción del alma y del cuerpo que ya inunda al mundo entero.

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