Jesús presenta los ejemplos de dos hombres que edifican sus
respectivas casas sobre dos fundamentos distintos: sobre la roca y sobre la
arena (cfr. Mt 7, 24ss). Uno y otro
consiguen construir las casas, las cuales se mantienen erguidas en tiempos
tranquilos, pero el destino de ambas será distinto en cuanto comiencen las
alteraciones climatológicas. Cuando esto suceda, la casa que fue construida
sobre arena, se vendrá abajo, mientras que la casa que fue construida sobre
roca, seguirá en pie.
¿Cuál es el significado espiritual de esta parábola? La construcción
de la casa sobre arena significa la espiritualidad construida sobre todo
aquello que no sea Cristo: el propio yo, el ego, las pasiones, o también la
religiosidad de tipo oriental –yoga, reiki, gnosticismo, esoterismo, religión
wicca, etc.-, o cualquier otra espiritualidad “Nueva Era”: puesto que se basa
en algo inconsistente, el edificio espiritual así construido, ante los embates
de las tribulaciones, las pruebas, las dificultades, o los trances duros de la
vida, como el dolor, la muerte, la enfermedad, se viene abajo, porque no tiene
consistencia. El resultado final de construir sobre la arena, es la
desesperación.
Por el contrario, aquel que construye su espiritualidad
sobre la roca que es Cristo, es decir, aquel que se une a Él por la fe y por el
amor, y sella esta unión con la vida de la gracia, la oración y el auxilio al
prójimo más necesitado, cuando lleguen las tormentas y tempestades, los vientos
y los ríos crecidos, es decir, las pruebas duras de la vida –enfermedad,
muerte, dolor-, permanecerá incólume, porque está unido a la Cruz de Cristo y a
Cristo en la Cruz, y como Cristo crucificado es Dios crucificado, y Él
transforma, con su poder divino, al dolor en alegría y a la muerte en vida,
todo lo que está unido a Él en la Cruz sigue su misma suerte, y así el que construye
sobre roca, es decir, el que une su vida a Cristo en la Cruz, sufrirá el dolor propio
de la Cruz, pero Cristo lo hará desaparecer y convertirá la tribulación en paz,
alegría y amor. El resultado final de construir sobre la roca que es Cristo, es
la paz del alma y la victoria total y definitiva sobre el dolor y la muerte.
Es inevitable que sobrevengan las tribulaciones, pero lo que
no es inevitable es que la casa se hunda, es decir, que el alma se desespere:
basta con decir: “Jesús, en Vos confío”, y en poner por obra sus palabras.
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