“¿Todavía
no entienden?” (Mc 8, 13-21). Los
discípulos, que están en la barca junto a Jesús, discuten entre sí “porque no
habían traído pan”. Jesús se da cuenta de la discusión e interviene,
diciéndoles: “¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden
ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos
y no oyen”. Luego, trae a colación dos milagros hechos por Él, en donde el
hecho central era la multiplicación milagrosa de los panes: “¿No recuerdan
cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre
cinco mil personas?” (…) “Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil
personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?”. Al final del
diálogo, Jesús vuelve a insistir en su primera pregunta retórica: “¿Todavía no
comprenden?”. Es decir, mientras los discípulos se quejan y discuten porque no
han traído pan, Jesús les recuerda los milagros que Él hizo, en los que
multiplicó el pan, y les pregunta si “todavía no entienden”. Es evidente que
no, porque no han comprendido los milagros, y es por eso que, al introducir el
factor del milagro, Jesús pretende elevar sus espíritus y sus mentes al plano
sobrenatural: lo que Jesús les quiere hacer ver es que estaba bien preocuparse
por el pan material antes de Él, pero ahora, con Él y a partir de Él, esta
preocupación por el pan material no tiene el mayor sentido, y no porque Él vaya
a multiplicar el pan, milagrosamente, cada vez que ellos se olviden, sino
porque Él ha venido a dar un pan que saciará, mucho más que el hambre corporal,
el hambre de amor, de paz, de alegría y de justicia que toda alma posee desde
su creación, y ese pan es Él mismo, porque Él es el “Pan vivo bajado del cielo”
y las multiplicaciones milagrosas del pan material, son solo un preanuncio y
una figura del Verdadero Pan celestial, Él mismo.
“¿Todavía
no entienden?”. Muchos cristianos, en la actualidad, se comportan igual que los
discípulos en el Evangelio: “todavía no entienden” que la preocupación primera
y última de esta vida no es procurarse el pan material, sino el Pan de Vida
eterna, la Eucaristía, el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro
Señor Jesucristo. Y entre esos cristianos, la gran mayoría de las veces,
también estamos nosotros, que “todavía no entendemos” que si bien el pan
material es necesario para el sustento del cuerpo, el alma, vida del cuerpo, no
puede vivir si no recibe la Vida eterna del Hombre-Dios Jesucristo, contenida
en su plenitud en la Eucaristía.
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