viernes, 11 de noviembre de 2016

“Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día”


“Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día” (Lc 17, 20-25). Jesús se refiere a su Segunda Venida, y la compara a cuando un “relámpago brilla de un extremo al otro del cielo”, para que sepamos cuán repentina será esta venida. Está hablando del Día del Juicio Final, aunque también se refiere a su Venida al alma, a cada alma de modo personal, en el día de la muerte, es decir, cuando la persona muera: el día de la muerte de cada uno será tan inesperado y veloz, como “un relámpago que brilla de un extremo al otro del cielo”. De todos modos, tanto para uno como en otro caso, debemos estar preparados, “atentos y vigilantes”, con las “túnicas ceñidas y las lámparas encendidas”, para que ese día no nos sorprenda de improviso. Y la forma de estar preparados para ese día, es vivir en gracia, evitar el pecado, obrar la misericordia y, sobre todo, amar a Jesús que, antes de venir en la gloria, en su Segunda Venida, viene a nosotros, oculto en cada Eucaristía.

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