(Domingo I - TA - Ciclo
A - 2016-2017)
¿Qué es el Adviento? Ante todo, digamos qué es lo que NO ES
el Adviento: no es un tiempo de preparación psicológica y secularizada para las
fiestas de Navidad, que están totalmente secularizadas; no es una simple “memoria
litúrgica” vacía de contenido; no es mera “repetición cíclica y automática de
los ciclos litúrgicos de la Iglesia”, es decir, como un solo comenzar y repetir
lo mismo cada año, en la misma fecha.
Para poder aprehender el significado del Adviento, tenemos
que recordar qué significa etimológicamente: “Adviento” es la traducción latina
del griego “epifanía” y significa “llegada”. Dicho esto, podemos decir que el
Adviento es el período litúrgico con el que la Iglesia, a la vez que inicia un
nuevo ciclo litúrgico, se prepara espiritualmente para la Navidad, que es a su
vez memoria litúrgica de la Primera Venida del Señor Jesús.
Entonces, sí es verdad que Adviento comprende
las cuatro semanas que preceden a la Navidad y que por lo tanto, constituye
este período previo para la Navidad, pero significa algo mucho más que esto:
es, ante todo, un estado habitual del cristiano, un modo de vivir del
cristiano, que impregna todo el día, todos los días de su vida, hasta su muerte.
Y es por esto que decimos que Adviento es mucho más que un “tiempo de
preparación religiosa-psicológica para celebrar Navidad”. Veamos porqué decimos
que el Adviento es un “estado habitual” para el cristiano o, también, que toda
la vida del cristiano es un “Adviento” continuo.
Como
dijimos, Adviento significa “venida”, o “llegada”, que en el vocabulario de la
Iglesia se entiende por la venida del Mesías, el Salvador, el Redentor del
mundo, el Hombre-Dios Jesucristo, por lo que “Adviento” está relacionado con la
Venida de Jesucristo.
Ahora
bien, Jesús, el Hijo de Dios, vino por primera vez, en la humildad de nuestra
carne, asumiendo una naturaleza humana sin dejar de ser Dios, y vendrá al fin
de los tiempos, glorioso y resucitado, para juzgar al mundo. Si Adviento está
relacionado con la Venida de Jesús, ¿con cuál de las Dos Venidas de Jesucristo
se relaciona? Hay que decir que el Adviento, como tiempo litúrgico, hace
referencia a ambas Venidas, e incluso todavía a una venida intermedia, entre la
Primera y la Segunda, como veremos. Hace referencia a la Primera Venida porque
es el tiempo de preparación especial inmediata para la Navidad, es decir, es un
tiempo en el que, como Iglesia, nos preparamos para celebrar litúrgicamente –litúrgicamente quiere
decir en el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios- su Primera Venida, y
la disposición espiritual en este sentido, es como si no hubiera venido, aunque sabemos, obviamente, que ya vino
por primera vez, y es así que en este Adviento, nos disponemos como Iglesia con
la misma disposición espiritual que tenían los justos del Antiguo Testamento,
que esperaban la Venida del Mesías; por otro lado, Adviento hace referencia también
a la Segunda Venida en la gloria, por lo que es un tiempo para que, también
como Iglesia, recordemos en el misterio
de la liturgia, que habrá de venir a juzgar al mundo, al fin de los
tiempos, como Justo Juez, y que por lo tanto, debemos estar “atentos y
vigilantes”, como el siervo de la parábola, esperando su Segunda Venida como
Supremo Juez y Rey del universo, que habrá de juzgar a toda la humanidad. Hay
una tercera Venida, intermedia, y es la Venida del Señor Jesús, por el misterio de la liturgia eucarística,
al alma, por la Comunión Eucarística, y esta Venida acaece o sucede en el
tiempo presente.
Así
vemos entonces cómo el Adviento se relaciona con las tres dimensiones
temporales en las que vivimos, conectándolas a todas con el misterio pascual de
Jesucristo: con el pasado, porque el tiempo de Adviento es un período litúrgico
que nos invita a arrepentirnos de nuestros pecados y convertirnos, tal como
instaba Juan el Bautista en el desierto a quienes esperaban al Mesías; nos
anima a vivir el presente con la gracia que ya nos trajo Jesús con su Primera
Venida y la renueva en cada comunión eucarística y, por último, con el futuro,
porque al recordar que habrá de venir, nos hace prepararnos espiritualmente
para su encuentro en la Segunda Venida y esto significa esta en estado de
gracia permanente.
Podemos
decir por lo tanto que la finalidad espiritual del Adviento es triple, teniendo
siempre presente que no se trata de meras disposiciones de orden psicológico o
moral, ni siquiera espiritual, sino de una verdadera participación, por el
misterio de la liturgia, al misterio salvífico del Hombre-Dios Jesucristo, Dios
Hijo Encarnado que prolonga su Encarnación en la Eucaristía. Esta triple
finalidad es la siguiente:
La
primera finalidad, es recordar y celebrar litúrgicamente el pasado, es decir,
su Primera Venida y es la razón por la cual contemplamos y participamos, por la
liturgia eucarística de la Santa Misa, del Nacimiento de Jesús en Belén. Como
Iglesia, el tiempo previo a la Navidad no es hacer una simple memoria
psicológica de lo que sucedió en Belén hace veinte siglos, sino que consiste en
una verdadera participación, a través del misterio litúrgico, de la Primera
Venida del Mesías, en la sencillez y humildad del Niño Dios. Un primer fin del
Adviento es la conmemoración participativa de su Primera Venida y esa es la
razón por la cual, en Adviento, nos ubicamos como Iglesia en los tiempos
previos a su Primera Venida y nos colocamos en la disposición espiritual de
quienes, en el Antiguo Testamento, esperaban la Llegada del Mesías.
La
segunda finalidad es vivir el tiempo presente –nuestro aquí y ahora- en el misterio
de su Presencia real, verdadera y substancial entre nosotros, que es la
Eucaristía: es decir, Jesús ya vino en su Primera Venida, pero al mismo tiempo,
se quedó presente entre nosotros en la Eucaristía, para cumplir su promesa de
estar con nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo” y por la Eucaristía
“viene”, “llega”, “adviene” a nuestra alma, toda vez que comulgamos en gracia,
con fe y con amor. Se trata de vivir esta realidad de la Presencia misteriosa
del Señor Jesús que viene a nosotros en el misterio de la Eucaristía y que nos
comunica de su vida divina trinitaria en la comunión. En el presente, vivimos
entonces en la vida de Jesús y de la vida de Jesús, que es la vida de la gracia
del Hombre-Dios, que ya vino por Primera Vez, que ha de venir por Segunda Vez
en la gloria y que adviene, llega, viene, a nuestras almas, en cada Comunión
Eucarística, y esta es la “Venida intermedia” a la que hacíamos referencia, es
decir, su Venida al alma, cada vez, por la comunión eucarística.
Por
último, la tercera finalidad del Adviento consiste en preparamos para el futuro
encuentro –personal y con toda la humanidad- que se llevará a cabo con su
Segunda Venida en la gloria, sea al fin de los tiempos –o también, al finalizar
nuestra vida en la tierra, porque el día de nuestra propia muerte será, para
nosotros, el Día de nuestro Juicio Particular, que será un pequeño “Juicio
Final en miniatura”-: en otras palabras, significa que en el Adviento nos
preparamos espiritualmente para la Parusía o Segunda Venida de Jesucristo en la
“majestad de su gloria”, cuando Nuestro Señor Jesucristo venga como Señor y
como Juez de todas las naciones para premiar con el Cielo a los buenos o para castigar
con el Infierno a los malos, según hayan sido nuestras obras libremente
realizadas.
Por
esta triple finalidad, la Iglesia nos invita en el Adviento a vivir espiritualmente
este tiempo litúrgico por medio del examen de conciencia, la penitencia y las
buenas obras.
Con
esto ya podemos responder a la pregunta inicial acerca de qué es el Adviento:
no se limita a las cuatro semanas previas a Navidad, sino que es un estilo de
vida o un hábito del cristiano que, como el siervo que espera a su amo con la
lámpara encendida, espera al Señor Jesús, que vino por Primera Vez, que viene
en cada Eucaristía y que habrá de venir por Segunda Vez, al fin de los tiempos,
y el modo de vivir el Adviento –que, volvemos a repetir-, comprende toda la
vida del cristiano- es por medio de la penitencia, la oración y las obras de
misericordia. El Adviento es tiempo de espera del Mesías que vino, que viene y que vendrá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario