"Ay de ustedes, fariseos, sepulcros
blanqueados, que descuidan la justicia y el amor de Dios" (Lc 11,
42-46). Tanto los fariseos, como los doctores de la ley, se caracterizaban por
su religiosidad y pasaban por ser hombres religiosos y cumplidores de la ley,
pero al mismo tiempo, descuidaban aquello que fundamenta la religión: la
compasión, la caridad, la misericordia para con el prójimo más necesitado. Es
esto último lo que les reprocha Jesús: no les reprocha el cumplir la ley y sus
deberes de religión, les reprocha el haber vaciado a la religión de su
contenido más esencial, el amor y la compasión.
Cuando una persona comete el error de
los fariseos y los doctores de la ley, es decir, el de tomar la religión como
si fuera una ocasión para eventos sociales, buscando solo la apariencia
exterior y el ser alabados y admirados por los hombres, convierte a la religión
en una caricatura de sí misma, en algo vacío e inconsistente, porque la religión
-su práctica y su culto- es la expresión y manifestación del Ser divino trinitario,
que es Amor en sí mismo. Como dice el evangelista Juan, "Dios es
Amor" (1 Jn 4, 8), y ese Amor que es Dios debe verse reflejado en
el hombre, en el trato que el hombre dirige a Dios -y esto es el culto divino-,
y en el trato que el hombre le dirige al hombre, a su hermano, una vez que ha
tratado con Dios. Por la religión, el hombre re-establece -San Agustín dice que la religión es "re-ligare", "religar" a Dios con el hombre- la relación con Dios Uno y
Trino, que es Amor; como consecuencia del restablecimiento de esa relación, el hombre se ve
transformado en una imagen viviente de Dios-Amor y esa condición nueva de ser
imagen viviente de Dios-Amor es lo que el hombre debe comunicar a su semejante.
Esta es la razón por la cual la esencia de la religión es la caridad, la
compasión, la misericordia, porque Dios Uno y Trino es Caridad, Compasión,
Misericordia en sí mismo, y transforma al alma humana en algo similar a sí,
cuando esta alma se le acerca y le permite que la transforme. Si alguien se
dice "religioso", pero no es compasivo, ni misericordioso, ni obra la
misericordia, como los fariseos y los doctores de la ley, entonces ese tal está
falsificando la religión cristiana y está mostrando una versión caricaturesca,
cínica y falseada de la verdadera religión. Ha reemplazado, en su corazón, al
Amor de Dios, por el amor de sí mismo y en consecuencia, en vez de vida eterna,
posee en sí mismo sólo muerte espiritual, que es lo que está significado por
Jesús cuando les dice a los fariseos que son "sepulcros blanqueados".
"Ay de ustedes, fariseos, sepulcros
blanqueados, que descuidan la justicia y el amor de Dios". Si Jesús les reprocha
a los fariseos, que no tenían la plenitud de la revelación, el olvido de la
caridad, de la misericordia y de la compasión, mucho más habrá de reprocharnos
a nosotros, el día de nuestro Juicio particular, el no haber manifestado a los
demás su Amor, el Amor de su Sagrado Corazón, Amor con el cual nos alimentó día
a día a través de la Eucaristía.
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