miércoles, 2 de octubre de 2013

“Yo los envío como ovejas en medio de lobos”



“Yo los envío como ovejas en medio de lobos” (Lc 10, 1-12). Al enviar a su Iglesia a misionar al mundo, Jesús les advierte acerca de los peligros que correrán, peligros que no están causados tanto por factores humanos, sino por factores sobrehumanos, y estos son los ángeles caídos. Es a esto a lo que Jesús quiere referirse cuando dice que envía a sus discípulos “como ovejas en medio de lobos”, porque la disparidad de fuerzas que da la imagen –una oveja no tiene ninguna posibilidad frente a un lobo- remite a entidades malignas que superan ampliamente las fuerzas de la naturaleza humana. En otras palabras, cuando Jesús dice que los cristianos somos como “ovejas en medio de lobos”, no está hablando de la mera inseguridad que puede vivir una sociedad civil, inseguridad causada por el aumento de la delincuencia en todas sus formas, en donde los cristianos serían las ovejas, y los delincuentes, los lobos: Jesús está hablando de un peligro mucho más grande, tan grande que es difícil incluso de imaginar, porque es un peligro real, posible de abatirse sobre los cristianos como una fuerza imposible de resistir, así como una oveja no puede resistir las dentelladas del lobo. Este peligro real, que supera con creces cualquier posibilidad de defensa natural de la que sea capaz el hombre, está dado por una multitud de seres malignos, los ángeles caídos, que habitan en el infierno pero a los cuales se les permite salir para que tienten a los hombres.
Sólo así se explica la imagen que da Jesús, la de “ovejas en medio de lobos”, con la cual describe a los integrantes de su Iglesia: así como un lobo es más ágil, astuto y fuerte que una oveja, en cuya comparación es lenta para caminar, tarda para pensar y sumamente débil, así la naturaleza angélica del ángel caído es superior a la naturaleza humana, y así como no puede ofrecer la más mínima resistencia a las dentelladas del lobo, así el cristiano, sin la ayuda de la gracia, es fácil presa de Lobo Infernal, Satanás.
“Yo los envío como ovejas en medio de lobos”. El cristiano, en medio del mundo, gobernado por el Príncipe de las tinieblas y por los hombres asociados a él, es como una “oveja en medio de lobos”, y por lo tanto es débil como una oveja, pero al mismo tiempo, y paradójicamente, al estar asistido por la gracia divina, es más fuerte que el Lobo: no posee la astucia del Lobo infernal, pero posee la Sabiduría divina; no posee la fuerza del Lobo, pero está dotado con la Fortaleza de Cristo; no cuenta con la doblez y el cinismo de las tinieblas, que proporcionan una ventaja inicial, pero está dotado de la mansedumbre y humildad del Sagrado Corazón de Jesús. Y con estas armas invencibles, la Sabiduría divina, la Fortaleza de Cristo y la mansedumbre y humildad, se da algo imposible para el hombre: que la oveja venza al Lobo.

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