“Que
sean uno, como nosotros” (Jn 17, 11b-19).
Jesús pide al Padre que sus discípulos “sean uno”. ¿De qué unidad se trata? No es
una unidad basada en comunión de sentimientos o pensamientos, tal como sucede
en las comunidades humanas: se trata de la unidad en el Espíritu Santo. Que la unidad
sea en el Espíritu se deriva de las palabras mismas de Jesús: “Que sean uno,
como nosotros”: la unidad que Jesús quiere para sus discípulos es la que Él
tiene con el Padre desde la eternidad –“como nosotros”- y esa unidad entre el
Padre y el Hijo, está dada por el Espíritu Santo. Será entonces el Espíritu
Santo, el Espíritu de Dios quien, enviado por Jesús y el Padre, unirá a los hombres
en un solo cuerpo, el Cuerpo Místico de Jesús, la Iglesia. Así lo dice la
Escritura: “Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido
bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos
bebido de un solo Espíritu” (1 Co 12,
13). Así como el alma une a los órganos en un solo cuerpo, así el Espíritu
Santo, “Alma de la Iglesia”, une a los bautizados en un solo Cuerpo, el Cuerpo
Místico de Jesús, la Iglesia Católica.
“Que
sean uno, como nosotros”. La razón por la que el Espíritu nos une en un solo
cuerpo, el Cuerpo Místico de Jesús es para que, como miembros de Jesús, no solo
erradiquemos todo pensamiento y sentimiento contrario a la santidad de Dios,
sino que, animados por el Espíritu e iluminados por su divina esencia, dejemos
de pensar y de amar con nuestra naturaleza humana, para comenzar a pensar y
amar con los pensamientos y el Amor de Cristo Jesús.
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