jueves, 12 de mayo de 2016

“Que sean uno, como nosotros”


“Que sean uno, como nosotros” (Jn 17, 11b-19). Jesús pide al Padre que sus discípulos “sean uno”. ¿De qué unidad se trata? No es una unidad basada en comunión de sentimientos o pensamientos, tal como sucede en las comunidades humanas: se trata de la unidad en el Espíritu Santo. Que la unidad sea en el Espíritu se deriva de las palabras mismas de Jesús: “Que sean uno, como nosotros”: la unidad que Jesús quiere para sus discípulos es la que Él tiene con el Padre desde la eternidad –“como nosotros”- y esa unidad entre el Padre y el Hijo, está dada por el Espíritu Santo. Será entonces el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios quien, enviado por Jesús y el Padre, unirá a los hombres en un solo cuerpo, el Cuerpo Místico de Jesús, la Iglesia. Así lo dice la Escritura: “Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu” (1 Co 12, 13). Así como el alma une a los órganos en un solo cuerpo, así el Espíritu Santo, “Alma de la Iglesia”, une a los bautizados en un solo Cuerpo, el Cuerpo Místico de Jesús, la Iglesia Católica.
“Que sean uno, como nosotros”. La razón por la que el Espíritu nos une en un solo cuerpo, el Cuerpo Místico de Jesús es para que, como miembros de Jesús, no solo erradiquemos todo pensamiento y sentimiento contrario a la santidad de Dios, sino que, animados por el Espíritu e iluminados por su divina esencia, dejemos de pensar y de amar con nuestra naturaleza humana, para comenzar a pensar y amar con los pensamientos y el Amor de Cristo Jesús.

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