martes, 9 de julio de 2019

“No tengáis miedo a los que matan el cuerpo”



“No tengáis miedo a los que matan el cuerpo” (Mt 10, 24-33). Con esta advertencia, Jesús nos anima a no temer al hombre, puesto que el verdadero y único temor que debemos tener es el de ofender a Dios con el pecado. Es verdad que el hombre puede matar al hombre, pero no puede hacer nada más, porque el hombre no tiene ningún poder sobre el alma: una vez que una persona muere, su cuerpo queda en tierra para ser sepultado, mientras que su alma va directamente a la Presencia de Dios, para recibir su Juicio Particular. La advertencia de Jesús es necesaria, porque en la predicación del Evangelio, la Iglesia se encuentra con la resistencia violenta de quienes no quieren saber nada de la Buena Noticia, llegando incluso a dar la muerte física a quienes lo proclaman. Ante esta situación, dice Jesús, no debemos tener miedo, porque lo máximo que pueden hacernos es quitarnos la vida corporal, pero no la vida eterna, la cual será concedida por Dios como premio a quien dé su vida por el Evangelio. Sí debemos temer a quien puede condenar en la Gehena, es decir, a Dios, porque es quien verdaderamente tiene poder, más allá de esta vida, sobre las almas, y es el que puede condenar o salvar eternamente a un alma. No tengamos miedo de quienes sólo pueden quitar la vida corporal; tengamos temor de Dios y procuremos no ofenderlo con el pecado, para que así Él, que es el dueño de los cuerpos y de las almas, nos conceda la vida eterna al final de nuestra vida terrena.

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