viernes, 6 de septiembre de 2019

“A vino nuevo, odres nuevos”




“A vino nuevo, odres nuevos” (Lc 5, 33-39). Preguntan a Jesús el motivo por el cual sus discípulos no ayunan, mientras que sí lo hacen los discípulos de Juan y también los fariseos. Jesús responde auto-proclamándose como “Esposo”: los amigos del Esposo -es decir, sus discípulos-, no ayunarán mientras el Esposo esté con ellos; sí lo harán cuando “el Esposo les sea quitado”, o sea, cuando Él sufra la Pasión y muerte en cruz. Entonces sí los discípulos de Cristo harán ayuno, porque el misterio pascual de Cristo de muerte y resurrección dará inicio a un nuevo orden de cosas, inexistente hasta ahora: las almas ya no se alimentarán espiritualmente con la Antigua Ley, sino con el fruto de la Pasión de Cristo, la gracia santificante. Todo lo antiguo, las razones del ayuno de los fariseos y de los discípulos del Bautista, con todo su orden de cosas, dejará de tener sentido, porque la muerte de Cristo en la cruz y su posterior resurrección hará que “todo esté cumplido”, lo cual significa, entre otras cosas, el cese del Antiguo orden y el inicio del Nuevo Orden o Nueva Era de Cristo. Para reafirmar esta noción, es que da el ejemplo de ““A vino nuevo, odres nuevos”: así como los odres viejos no pueden llevar en sí vinos nuevos, y así como estos necesitan odres nuevos para allí ser escanciados, así también los discípulos de Cristo, discípulos del Nuevo Orden, del Orden de la gracia, no pueden ayunar por los motivos que ayunan los discípulos del Bautista y los fariseos, pero sí ayunarán cuando el Esposo les sea quitado de en medio por la Pasión y muerte en cruz.
“A vino nuevo, odres nuevos”. El vino nuevo del Nuevo Orden de Cristo es la gracia; los odres nuevos son las almas de los cristianos que la reciben con sus almas dispuestas por el ayuno, la penitencia y las obras de misericordia. Con Cristo, todo lo antiguo ha pasado -los odres viejos- mientras que se inaugura el Nuevo Orden cristiano, el Orden de la gracia en las almas de los justos. Pretender volver al orden antiguo, es desconocer el Nuevo Orden de la gracia de Cristo.

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