miércoles, 18 de septiembre de 2019

“¿A quién se parecen los hombres de esta generación?”



“¿A quién se parecen los hombres de esta generación?” (Lc 7, 31-35). Jesús compara a los hombres de esta generación –en realidad, a los hombres de todos los tiempos, por lo tanto, estamos incluidos nosotros- con jóvenes apáticos e indiferentes, que están sentados en la plaza y a todo –sea música fúnebre o alegre- ponen un pretexto para no participar en nada. Jesús se refiere a la Iglesia, y se podría comprender en este grupo a los que recién hacen la Comunión y la Confirmación, aunque también a muchos mayores: todos buscan pretextos para alejarse de la Iglesia. Los hombres de esta generación, en relación a la Iglesia, son como los jóvenes de la plaza: apáticos, indiferentes, desganados, antipáticos, contrarios a la Iglesia, sea lo que sea que esta haga. Así, por ejemplo, si a los jóvenes les tocan música fúnebre, no participan de ella; si tocan música alegre, no bailan, se quedan quietos, sin hacer nada y los ejemplos bíblicos son los del Bautista, que es austero, ni come ni bebe y lo califican de demonio; en cambio, cuando el Hijo del hombre come y bebe, le dicen que es un comilón y que come con pecadores. Es decir, la actitud del hombre de hoy respecto de la Iglesia es la de los jóvenes de la plaza: si la Iglesia hace algo, la critican porque lo hace; si no lo hace, la critican porque no lo hace. En realidad, esconden su desánimo y su desgano para ingresar en la Iglesia y trabajar en ella por la salvación de las almas. Son los que viven permanentemente criticando a quienes asisten a Misa, diciendo que ellos no van porque son mejores, pero lo único que hacen con esto es auto-justificarse en su apatía.
“¿A quién se parecen los hombres de esta generación?”. ¿A quién nos parecemos nosotros? ¿Somos como los jóvenes de la plaza, que sólo critican sin hacer nada, o más bien somos de los que nos ponemos a trabajar por la salvación de las almas, sin hacer mayores preguntas?

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