martes, 3 de marzo de 2020

El Padrenuestro se vive en la Santa Misa



          La oración del Padrenuestro tiene la particularidad de que se vive mientras se confecciona el Santísimo Sacramento del altar, es decir, se vive mientras se celebra la Santa Misa. Esto es así para cada uno de sus enunciados:
          “Padre nuestro que estás en los cielos”: en la oración del Padrenuestro nos dirigimos a Dios como nuestro Padre, mientras que en la Misa Dios Padre viene a nosotros o, mejor, nosotros somos llevados ante su Presencia, desde el momento en que el altar se convierte en una parte del cielo, en donde reside Dios Padre.
          “Santificado sea tu Nombre”: en el Padrenuestro pedimos que el Nombre de Dios sea santificado, mientras que en la Santa Misa ese nombre es santificado y glorificado por el Hombre-Dios en Persona, quien renueva sobre el altar el Santo Sacrificio de la Cruz.
          “Venga a nosotros tu Reino”: en el Padrenuestro pedimos que el Reino de Dios venga a nosotros, mientras que en la Santa Misa, más que venir el Reino de Dios, viene el Rey de ese Reino, Cristo Jesús, oculto en la Eucaristía.
          “Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”: en el Padrenuestro pedimos que se cumpla la voluntad de Dios en el cielo y en la tierra y esa petición se cumple en la Santa Misa, renovación del Sacrificio de la Cruz, porque es voluntad del Padre que Jesucristo muera en la Cruz para nuestra salvación.
          “Danos hoy nuestro pan de cada día”: en el Padrenuestro pedimos por el pan cotidiano, que alimenta el cuerpo, mientras que en la Santa Misa recibimos, por el misterio de la transubstanciación, el Pan Vivo bajado del cielo, el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía.
          “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”: en la Santa Misa se cumple esta petición, porque Dios nos perdona en el Sacrificio de Cristo, al tiempo que nos da las fuerzas, en la Eucaristía, para perdonar a nuestros enemigos, como Dios nos perdona a nosotros.
          “No nos dejes caer en la tentación”: en la Santa Misa se cumple esta petición, porque en la Eucaristía recibimos la gracia más que suficiente para no sólo no caer en tentación, sino para vivir en estado de gracia hasta el día de nuestra muerte.
          “Y líbranos del mal”: en la Santa Misa se cumple a la perfección esta petición, porque con su omnipotencia y santidad divina, Cristo Jesús en la Eucaristía no sólo vence al mal en persona, el demonio, sino que se nos da Él en la Eucaristía, que es la santidad Increada.
          Por todas estas razones, el Padrenuestro no sólo se reza, sino que se vive en la Santa Misa.



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