viernes, 27 de marzo de 2020

“Las obras que hago dan testimonio de Mí”





“Las obras que hago dan testimonio de Mí” (Jn 5, 31-47). Los fariseos no quieren creer que Jesús es Quien dice ser: el Hijo Eterno del Padre, consubstancial al Padre, que proviene eternamente del seno del Padre. No quieren creer y es por eso lo persiguen, lo acosan y lo acusan de falsedades. Jesús les dice que si no creen a sus palabras, al menos crean en sus obras, porque estas dan testimonio de Él: sus obras testimonian que Cristo es el Hijo Eterno de Dios Padre. ¿Cuáles son estas obras? Estas obras son propias de Dios, nadie puede hacerlas, sino Dios en Persona: resucitar muertos, expulsar demonios, curar enfermos de toda clase, convertir los corazones a Dios. Sólo Dios puede hacer esta clase de obras y si hay un hombre en la tierra que hace estas obras, este hombre no es un hombre santo, sino Dios Tres veces Santo, encarnado en una naturaleza humana. Si un hombre resucita muertos, cura enfermos, expulsa demonios con el solo poder de su palabra, entonces este hombre es el Hombre-Dios, porque ninguna naturaleza creada, ni los hombres, ni los ángeles, pueden hacer este tipo de obras, propias de un Dios.
“Las obras que hago dan testimonio de Mí”. De la misma manera a como las obras que hace Jesús testimonian que Él es Dios Hijo encarnado y no un hombre más entre tantos, así se puede decir de la Santa Iglesia Católica, puesto que hay una obra que no la puede hacer ninguna otra iglesia que no sea la Iglesia Verdadera del Dios Verdadero y esta obra es la transubstanciación, esto es, la conversión del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, la Sagrada Eucaristía. La Sagrada Eucaristía entonces es la obra suprema, realizada por el mismo Dios Trino, que da testimonio de que la Iglesia Católica es la Verdadera y Única Iglesia de Dios.

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