domingo, 14 de junio de 2020

“Amad a vuestros enemigos”




“Amad a vuestros enemigos” (Mt 5, 43-48). Hasta antes de Jesús y en relación al prójimo convertido en enemigo por alguna circunstancia, el trato dado a dicho prójimo dependía de la llamada “ley del Talión”: ojo por ojo, diente por diente. Es decir, mandaba amar al prójimo, pero si ese prójimo se convertía en enemigo por alguna circunstancia, se lo aborrecía y se aplicaba esta ley del Talión, por la cual se pretendía un cierto resarcimiento o justicia frente al mal infligido por el prójimo. Pero a partir de Jesús, esta ley del Talión deja de tener validez y es reemplazada por la ley de la caridad que establece Jesucristo: a partir de Él, no sólo se debe amar al prójimo con el que se tiene amistad, sino que se debe amar al prójimo con el que se tiene enemistad: “Amad a vuestros enemigos”. La razón de esta nueva ley hay que buscarla en el sacrificio de Cristo en la cruz: Él muere y da su vida por la salvación de nuestras almas y lo hace cuando nosotros éramos enemigos de Dios por el pecado. Es decir, Jesús manda amar al enemigo porque Él nos amó a nosotros, siendo nosotros sus enemigos, los enemigos de Dios, a causa del pecado. Lo que Jesús nos manda es en realidad a imitarlo a Él, porque Él nos amó primero y nos amó siendo nosotros sus enemigos. Quien ama a su enemigo y cumple lo que Jesús manda, en realidad lo está imitando a Él, que dio su vida en la cruz por los hombres, que éramos enemigos de Dios por el pecado.
“Amad a vuestros enemigos”. Cuando se presente alguna ocasión en la que un prójimo nuestro se convierte en enemigo, antes de ceder al impulso de la venganza o el rencor, elevemos la mirada a Jesús crucificado y recordemos que Él predicó con su vida el amor a los enemigos; recordemos que Él nos perdonó y nos dio la vida eterna siendo nosotros sus enemigos y entonces, busquemos de imitarlo, amando a nuestros enemigos como Él nos amó desde la cruz.

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