lunes, 15 de junio de 2020

“Si alguien me niega delante de los hombres (…) si alguien me reconoce delante de los hombres”



(Domingo XII - TO - Ciclo A – 2020)

          “Si alguien me niega delante de los hombres (…) si alguien me reconoce delante de los hombres” (Mt 10, 26-33). Jesús da una clara advertencia acerca de lo que ocurre si negamos a Jesús delante de los hombres o si, por el contrario, damos testimonio de Él: en el primer caso, Él nos negará delante de su Padre; en el segundo caso, Él nos reconocerá delante de su Padre como discípulos suyos. Esto no es de menor importancia, porque el reconocimiento o no de Jesús delante del Padre, en el Día del Juicio Final, determinará nuestro destino eterno: si lo negamos, nuestro destino será la eterna condenación; si lo reconocemos, nuestro destino será la eterna salvación en la bienaventuranza del Reino de los cielos.
          ¿De qué manera lo reconocemos o lo negamos? Lo negamos cuando, movidos por demasiados respetos humanos, callamos cuando su Ley divina es pisoteada, o cuando su Nombre es blasfemado, o cuando su Persona divina es ultrajada. Por ejemplo, hace unos días, salió una noticia según la cual una obra de teatro representaría a Jesús como travesti; día a día, abundan las noticias acerca de las profanaciones a templos católicos o rupturas o decapitaciones de imágenes sagradas; todos los días, salen leyes o proyectos de leyes que propician el aborto; todos los días el criminal régimen comunista chino persigue a la Iglesia clandestina y a los verdaderos católicos  y así podríamos seguir con innumerables ejemplos, que suceden no un día ni un dos, sino todos los días. Si callamos frente a estos atropellos cometidos contra Dios, contra sus templos, contra sus fieles, entonces estamos negando a Dios delante de los hombres por, más que excesivos respetos humanos, por temor y cobardía frente a los hombres. Si así obramos, Jesús nos negará delante de su Padre el Día del Juicio Final. Por el contrario, si hacemos frente a estos atropellos cometidos contra Dios y su Mesías y los denunciamos ante los hombres, reconociendo que el Único Salvador y Mesías es Cristo Dios encarnado, entonces Jesús nos reconocerá delante de su Padre en el Juicio Final y nos haremos merecedores del Reino de los cielos. Debemos estar convencidos que el ser cristianos implica estar dispuestos a abandonar -tal vez para siempre, en lo que queda de nuestra vida terrena-, la cómoda posición burguesa que consiste en creer que ser cristianos consiste en asistir a Misa los domingos y dar limosna de vez en cuando. No, ser cristianos implica el estar dispuestos a arriesgar la vida propia en defensa del Nombre de Cristo, si esto es necesario.

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