sábado, 8 de agosto de 2020

“Perdona setenta veces siete”


“Perdona setenta veces siete” (Mt 18, 21–19, 1). Pedro se acerca a Jesús con una pregunta que se origina en la casuística judía: según esta, si alguien sufría una ofensa por parte de su prójimo, debía perdonar hasta siete veces, puesto que el número siete era considerado el número perfecto; a la ofensa número ocho, estaba en libertad de aplicar la ley del Talión, es decir, “ojo por ojo y diente por diente”. Llevado por la duda, Pedro pregunta a Jesús si esto sigue siendo válido, es decir, si el cristiano debe perdonar a su prójimo “hasta siete veces”. La respuesta de Jesús sorprende a Pedro y da la medida con la que el cristiano se debe regir de ahora en adelante, en relación al prójimo que lo ofende: no solo debe perdonar hasta siete veces, sino hasta “setenta veces siete”, lo cual quiere decir, siempre. En otras palabras, ya no rige más la ley del Talión, por lo que el cristiano no debe perdonar hasta cierto punto y luego aplicar la justicia por mano propia, sino que debe perdonar “siempre” a su prójimo y esto significa perdonar al prójimo que nos ofende no solo un día, sino todo el día y todos los días. La razón del perdón cristiano la debemos encontrar en Cristo crucificado: es ahí, en la cruz, en donde Cristo nos perdona “setenta veces siete”, es decir, “siempre”, porque en la cruz Cristo no nos juzga, sino que derrama sobre nosotros su Divina Misericordia, siempre que estemos dispuestos a recibirla. Porque Jesús nos perdona en la cruz siempre, todos los días y todo el día, es que nosotros debemos hacer lo mismo con nuestro prójimo, sobre todo con aquel que nos ofenda todo el día, todos los días. De otra forma, no hay verdadero perdón cristiano. Solo si perdonamos en nombre de Cristo y porque Cristo nos ha perdonado primero, es que nosotros debemos, con el perdón con el que hemos sido perdonados, perdonar a nuestro prójimo que nos ofende. Esta es la razón por la cual la venganza o la justicia por mano propia o el perdonar hasta cierto punto y luego dejar de perdonar, no tienen cabida en el cristiano. Si el cristiano obra así, es decir, si perdona solo hasta cierto punto, si busca venganza o si busca justicia por mano propia, es un cristiano que no se comporta como tal, porque desobedece el mandato de Jesús de perdonar “setenta veces siete”, es decir, siempre.


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