sábado, 8 de agosto de 2020

“Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”


“Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 15-20). En el cristianismo, la oración es esencial para la vida del espíritu: así como el respirar es esencial para la oxigenación del cuerpo y así como el alimento material es esencial para la vida del cuerpo, así la oración es esencial para mantener al espíritu vivo, con la vida de Dios Trinidad. Ahora bien, esta oración puede ser de varias maneras; entre ellas, puede ser oración individual, recomendada por el mismo Jesús, cuando dice que al orar “entremos en nuestra habitación y cerremos la puerta, porque el Padre todo lo ve”: la habitación es nuestra alma o nuestro corazón, por lo que Jesús nos induce a orar de forma privada, en recogimiento, en silencio, sin grandes exteriorizaciones, sin que nadie se dé cuenta de que estamos orando. Esto es así porque aunque los hombres no se den cuenta de que estamos orando, si hacemos caso del método enseñado por Jesús, el de la oración del corazón, se trata de una oración que es conocida sólo por Dios y nadie más que Él, por lo que es una oración que le agrada mucho, ya que no se hace para ser admirado por los hombres, sino para establecer una verdadera comunión de vida y amor con Dios Trinidad.

La otra forma de oración es la oración realizada en forma grupal y es también recomendada y enseñada por Jesús en el Evangelio: “Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”. Esta oración, a diferencia de la anterior, se realiza en compañía de otros fieles; en esta forma de oración -que no excluye a la oración del corazón, sino que la complementa-, ya no es el alma sola la que se dirige a Dios, sino que lo hace en compañía de otras almas que, por la oración, buscan la unión espiritual con la Trinidad. Tanto la oración del corazón, individual, como la oración grupal, realizada en compañía de otras almas, son válidas y queridas por el Cielo, como forma de comunión de vida y amor del alma con Dios.

“Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”. Si estimamos la salud y la vida de nuestras almas, hagamos oración -oración personal, el Santo Rosario, la Adoración Eucarística, la Santa Misa, entre otras tantas-, sea individual o grupal y así nuestra alma estará viva, ya que, al unirse con Dios por la oración, recibirá de Él su vida divina.


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