domingo, 23 de agosto de 2020

“Velen y estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”

 

“Velen y estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre” (Mt 24, 42-51). Jesús nos advierte acerca de su Segunda Venida, la cual sucederá cuando menos lo esperemos. Para ello, grafica su enseñanza con la figura de dos servidores: uno fiel y otro infiel. El servidor fiel, espera a su amo hasta altas horas de la noche, vestido con su ropa de trabajo, con la túnica ceñida y con la lámpara encendida. Este servidos, que tiene por tarea dar de comer al resto de la servidumbre, será nombrado administrador de los bienes de su señor si éste lo encuentra realizando su tarea al momento de regresar de improviso. La segunda figura que utiliza Jesús es la del servidor infiel y malvado que, en vez de obedecer las órdenes de su señor, se dedica a embriagarse y a dar rienda suelta a su maldad: éste último será severamente castigado por su señor, castigo expresado en el “llanto y la desesperación”.

Para entender estas figuras, debemos reemplazar algunos elementos naturales por otros sobrenaturales: así, el dueño que está de viaje y ha de regresar de improviso es Él, Jesús, quien vendrá por Segunda Vez en la gloria y lo hará a la hora menos pensada por la humanidad; el servidor fiel es el alma en gracia que obra en la Iglesia obras de misericordia, ante todo proclamando a los demás el nutriente del alma, que es la Palabra de Dios, la cual puede ser la Palabra de Dios escrita en las Escrituras, o bien la Palabra de Dios encarnada, la Sagrada Eucaristía. A su vez, el servidor infiel y malvado, es el bautizado que ha perdido la fe y la gracia y que en vez de dedicarse a sus tareas dentro de la Iglesia, se dedica en cambio a vivir mundanamente, sin preocuparse ni por el destino de su alma ni por las de sus prójimos. A este tal, la Segunda Venida de Jesús significará la eterna condenación, pues es a esto a lo que se refiere Jesús cuando dice que como consecuencia del castigo, este siervo malvado sufrirá “llanto y desesperación”. En el Cielo no hay ni llanto ni desesperación, sino en el Infierno, por lo que la eterna condenación es el destino de los bautizados que no esperan la Segunda Venida de Cristo y se dedican a vivir mundanamente, inmersos en el pecado y alejados de la gracia.

“Velen y estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”. Puesto que no sabemos ni el día ni la hora en la que vendrá Jesús a juzgar al mundo y a la humanidad, hagamos el propósito de vivir siempre en gracia, de modo de merecer como recompensa el Reino de los cielos.

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