domingo, 26 de abril de 2020

“El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo”




“El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo” (Jn 6, 44-51). Cuando Jesús afirma que Él dará “un pan que es su carne para la vida del mundo”, muchos de los que lo escuchan se escandalizan porque piensan que Jesús los está induciendo a una especie de canibalismo. Esto es porque interpretan a las palabras de Jesús de un modo racionalista y sin sentido sobrenatural; piensan que literalmente Jesús les está invitando a comer su cuerpo, su carne, para que las almas tengan vida. En realidad, las palabras de Jesús son verdaderas, en cuanto que el pan que Él da es “su carne” para la vida del mundo es verdaderamente así, solo que hay que interpretar estas palabras en su sentido sobrenatural, como habiendo ya pasado por su misterio salvífica de muerte y resurrección. Sólo así, interpretadas en este sentido, como habiendo Jesús pasado por su Pasión, Muerte y Resurrección, es que las palabras de Jesús adquieren su verdadero y sobrenatural sentido: “El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo”. Sólo en este sentido, en el sentido sobrenatural de haber atravesado ya Jesús por su Pasión y Resurrección, es que cobran absoluto sentido sus palabras: el Pan que Él da, la Eucaristía, es su Carne, su Cuerpo glorioso y resucitado, en la Eucaristía, para que el alma que la consuma, reciba la vida eterna, la vida absolutamente sobrenatural de Dios Uno y Trino. Alimentémonos entonces de este Pan celestial, el manjar de los ángeles, un Pan que es Pan y que es al mismo tiempo la Carne del Cordero de Dios, Jesús Eucaristía, que concede la vida eterna a quien lo recibe con fe, con piedad, con devoción y con amor.

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