lunes, 26 de junio de 2023

“Entrad (al Reino de Dios) por la Puerta estrecha”

 


"Anticristo"
(Lucca Signorelli)

“Entrad (al Reino de Dios) por la Puerta estrecha” (Mt 7, 6. 12-14). Jesús utiliza las figuras de dos puertas, una estrecha y otra ancha y espaciosa, para describir lo que nos espera más allá de esta vida terrena, la vida eterna. De las dos puertas, Jesús nos advierte que, para entrar en el Reino de Dios, debemos elegir la puerta estrecha. ¿Qué es la “puerta estrecha”? O mejor, ¿quién es la “puerta estrecha”? La Puerta estrecha es Él, Jesús, el Hombre-Dios, porque Jesús mismo se adjudica, para Sí, el nombre de “puerta”: “Yo Soy la Puerta” (Jn 10, 9). Jesús, su Sagrado Corazón Eucarístico, es la Puerta que nos conduce a algo infinitamente más hermoso que el mismo Reino de los cielos y es el seno del Eterno Padre, que es de donde Él, Jesús, procede. Él es la Puerta que nos conduce desde la temporalidad de nuestra historia, que se desenvuelve en el tiempo, a la feliz eternidad, a la eternidad bienaventurada que es el seno del Eterno Padre. Él, en la Eucaristía, es la Puerta a la eterna felicidad: “Yo, Presente en Persona en la Eucaristía, Soy la Puerta abierta al Padre”. También nos advierte Jesús que esta Puerta, que es Él, es “estrecha”, porque no se puede abrir esta Puerta sino es por medio de la gracia santificante; no se abre la Puerta si no hay obras de misericordia; no se abre la Puerta si no se ama al enemigo, si no se perdona al que nos ofende, si no se lleva consigo la Cruz de cada día.

La otra imagen que utiliza Jesús para referirse a la vida eterna, es la de la senda o puerta ancha, espaciosa: esta senda o puerta ancha, es la senda del mundo, que está en contra de Cristo, es la anti-puerta del Anticristo. Es una senda fácil de recorrer, porque no se necesita vivir según los Mandamientos de Dios: se puede vivir en concubinato, se puede cambiar de pareja cuando se quiera; se puede vivir la impureza del cuerpo y de la mente sin ninguna preocupación, porque para quien vive según la ley del Anticristo, nada es pecado, el pecado es bueno y la virtud es algo anticuado, pasado de moda. La puerta ancha es fácil de recorrer, porque se puede prescindir de Dios y de Cristo, se puede vivir ya no solo como si Dios no existiese, sino como si Cristo nunca hubiera venido a salvarnos por el sacrificio de la Cruz. Es una puerta ancha, fácil de recorrer, pero conduce a un lugar opuesto al Reino de los cielos, conduce al reino de las tinieblas, reino del horror, del espanto y del dolor, reino del cual no se sale más.

“Entrad (al Reino de Dios) por la Puerta estrecha”. Puestos en la encrucijada de elegir entre la Puerta estrecha y la senda ancha, elijamos la Puerta estrecha, el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

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