(Domingo
XXXIII - TO - Ciclo B – 2021)
“Cuando
vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca” (Mc 13, 24-32). Esta respuesta es
formulada por Jesús en respuesta a la pregunta de los discípulos acerca del
tiempo de la destrucción del templo y en ella Cristo describe las señales que
han de preceder a ese suceso y habla también de la Segunda Venida del Hijo del
hombre, es decir, trata en la profecía acerca de dos temas distintos. Lo que se
debe dilucidar es qué parte de las profecías corresponde a cada uno de los
sucesos. Según algunos exégetas, Cristo hace una importante distinción entre
ambos sucesos. La destrucción del templo será precedida por señales que
servirán de aviso a los discípulos para escapar del inminente desastre. Esta
calamidad local, de la que podían escapar huyendo a otra parte, tendría lugar
“antes de que pase esta generación”. En cambio, Cristo no da ninguna
información sobre el tiempo de la Venida del Hijo del hombre, suceso el cual
sería repentino e inesperado y no habría señal alguna de aviso. Es por este
motivo que Jesús llama a estar constantemente preparados: “Estad alertas,
velad, porque no sabéis cuándo será el tiempo” (33). Si bien Cristo no reveló
el tiempo de su Segunda Venida, sus palabras proporcionan suficiente
información para poner en guardia a los discípulos contra una posible
identificación de este suceso con la época de la destrucción de Jerusalén, ya
que en sus mentes estaban estrechamente asociados la destrucción del templo y
el fin del mundo (cfr. 13, 4). Cristo, al insistir en que la fecha de la
parusía era incierta, declarando al mismo tiempo que la destrucción del templo
tendría lugar antes de que “pasara esta generación” y al prescribir además las
diferentes actitudes que sus seguidores habían de adoptar en relación con tales
sucesos, se proponía disipar la confusión en las mentes de los apóstoles. La
profecía entonces comprende un doble tema, la destrucción del templo y la
Segunda Venida en la gloria.
Hay
un dato más, contenido proféticamente en el Catecismo de la Iglesia Católica,
en lo que se refiere a la Segunda Venida de Cristo, y es que, antes de esta
Segunda Venida, se producirá la última persecución sangrienta contra la Iglesia
Católica, luego de lo cual será entronizado el Anticristo, el vicario de
Satanás, quien establecerá, en la falsa iglesia, que el pecado ya no existe más
y que lo que antes era pecado, ahora es un “derecho humano”. Dice así el
Catecismo, en su número 675, en el apartado titulado “La última prueba de la
Iglesia”: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una
prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cfr. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la
tierra (cfr. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de
iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los
hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la
apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es
decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo
colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cfr. 2 Ts 2, 4-12; 1 Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)”. Entonces, según el
Catecismo, antes de la Segunda Venida de Cristo, la Iglesia Católica, la Esposa
Mística del Cordero, la Única Iglesia Verdadera del Único Dios Verdadero, será
perseguida; se suprimirá el Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa –según la
profecía de Daniel-, se establecerá la “abominación de la desolación”, es
decir, además de la supresión de la Eucaristía, se adorará a un ídolo pagano,
un falso dios, un demonio oculto en un fetiche idolátrico; el Anticristo
declarará que el pecado ya no es más pecado y que todo lo que el catolicismo
consideraba pecado, ya no lo es más, porque será entonces un “derecho humano” y
algo de esto lo estamos padeciendo en nuestro país, a partir de la aprobación
de la ley genocida del aborto, que declara al aborto, al asesinato del niño por
nacer, como un “derecho humano”, tal como lo establece el Anticristo. El seguimiento
del Anticristo tendrá como consecuencia el abandono de la fe en forma masiva,
lo cual se llama “apostasía” y esta apostasía será consecuencia del rechazo del
Verdadero Cristo, el Cristo Eucarístico, que en cuanto Dios es la Verdad
Increada en Sí misma, al mismo tiempo que implicará la adoración a la tríada
satánica, que se establecerá en la Nueva Falsa Iglesia: el Anticristo, la
Bestia y el Dragón. Todo esto es lo que profetiza Jesús que sucederá antes de
su Segunda Venida en la gloria.
Ahora
bien, de estas dos profecías, la primera ya se cumplió en el año 70 d. C., con
la destrucción del templo por parte de las tropas del emperador romano; queda
en pie el cumplimiento de la segunda profecía, la de la Segunda Venida en la
gloria de Nuestro Señor Jesucristo, cuando vendrá a juzgar a vivos y a muertos,
sentenciando a unos al horror eterno del Infierno y a otros, a la eterna
felicidad en el Reino de los cielos. Es para esta Segunda Venida, para la cual
debemos estar “vigilantes, atentos, con las túnicas ceñidas y las lámparas
encendidas”, porque nadie sabe cuándo será el Día de la Ira del Señor.
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