sábado, 8 de enero de 2011

El bautismo de Jesús en el Jordán, anticipo del bautismo del cristiano

“…se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: ‘Tú eres mi Hijo muy querido’” (cfr. Lc 3, 15-22).

El Bautismo del Señor en el Jordán es el momento de la manifestación de Dios como Uno y Trino, como Padre, Hijo y Espíritu Santo. En esta teofanía trinitaria se hacen presentes las Tres Personas de la Santísima Trinidad: el Hijo se manifiesta visiblemente en su cuerpo humano; el Espíritu Santo aparece como una paloma, y el Padre se deja oír en su voz.

Además de esta revelación trinitaria, novedad absoluta para el judaísmo, que creía en un Dios Uno, pero jamás hubiera podido saber que era a la vez Trino en Personas, podemos ver un anticipo de lo que será el bautismo del cristiano, prefigurado y contenido en el bautismo de Jesús.

El bautismo de Jesús, a la par que teofanía trinitaria, es anticipo del bautismo del cristiano. ¿Qué es lo que sucede en el bautismo de Jesús? En el momento en el que Juan el Bautista derrama agua sobre la cabeza de Jesús, desde el cielo se escucha la potente voz de Dios Padre, que señala a su Hijo: “Este es mi Hijo muy amado”, a la par que el Espíritu Santo aparece como paloma, sobrevolando sobre Jesús.

Lo que sucede en el Jordán, es un anticipo del sacramento del bautismo: en el momento en el que el sacerdote ministerial derrama agua sobre la cabeza del que se bautiza, pronunciando las palabras de la fórmula sacramental: “Yo te bautizo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, el Espíritu Santo, invisible, sobrevuela sobre el alma del bautizado, donando al alma la filiación divina, con lo cual la fórmula bautismal equivale a que Dios Padre diga: “Yo te adopto como hijo mío muy amado”.

Así como en el Jordán Dios Padre revela que Jesús es su Hijo amado, mientras sobrevuela el Espíritu Santo, el Espíritu que los une en el amor de Padre a Hijo y de Hijo a Padre, así en la pila bautismal, el Nuevo Jordán, Dios Padre adopta como hijo adoptivo suyo muy amado al alma que se bautiza, donándole su Espíritu, el Espíritu Santo.

Es decir, la escena del Jordán, en la que el Bautista derrama agua sobre la cabeza de Jesús, al tiempo que se escucha la voz del Padre y se ve al Espíritu Santo sobrevolar sobre el Hijo de Dios en forma de paloma, es un modelo y anticipo del bautismo sacramental realizado por el sacerdote ministerial católico en nombre de la Iglesia: mientras el sacerdote derrama agua en la cabeza del que se bautiza –preanunciada esta acción en el agua que el Bautista derrama sobre Jesús-, y pronuncia la fórmula bautismal –preanunciada en las palabras del Padre: “Este es mi Hijo muy amado”-, el Espíritu Santo sobrevuela invisible sobre el alma del que se bautiza –prefigurado en el sobrevuelo en forma de paloma sobre Cristo en el Jordán-, concediendo al alma la filiación divina, de manera tal que, luego del bautismo, la Iglesia Santa de Dios, la Esposa del Cordero, utilizando las mismas palabras del Padre en relación a Cristo, puede decir, refiriéndose al nuevo bautizado: “Este es mi hijo muy amado”.

El bautismo sacramental está entonces prefigurado en el modelo, que es el bautismo de Cristo, pero, ¿qué es exactamente el bautismo? En la sociedad secularizada de hoy, no se comprende ni se tiene en cuenta el altísimo significado del bautismo sacramental de la Iglesia Católica, y esto sucede no solo en quien no es católico, sino ante todo en quienes pertenecen a la Iglesia, pero no se dan cuenta de su altísimo valor.

Tanto es así, que hay países -antes cristianos, y hoy inclinados al ateísmo-, en donde el bautismo todavía se da, pero nada más que como una práctica social, como un hábito cultural, ya que se encuentra despojado de todo contenido mistérico, de todo significado sobrenatural; en otros países, como en Holanda, los padres ya no bautizan a sus hijos, por lo que las parroquias se vacían gradualmente de fieles, al punto de tener que cerrar parroquias, no solo por falta de sacerdotes, sino por falta de fieles, y faltan fieles porque los niños no se bautizan más, y no se bautizan más porque se ha apostatado de la verdadera religión.

No hemos respondido todavía a la pregunta: ¿qué es el bautismo? Mucho más que un acontecimiento social, mucho más que un hábito cultural de una sociedad que se dice cristiana, el bautismo es la nueva vida, el “nacimiento de lo alto” (cfr. Jn 3, 3), del que habla Jesús, porque el bautismo es la incorporación al cuerpo místico de Cristo por el Espíritu Santo, y al ser incorporados al Cuerpo de la Cabeza, el cristiano es animado por el mismo Espíritu de la Cabeza, Cristo Jesús, el Espíritu Santo, y como el Espíritu Santo es un Espíritu vivo, que es la fuente de la vida divina, de la vida de Dios, esto significa ser informados y animados por una nueva vida, la vida del Espíritu de Dios. El bautismo representa la deificación, el inicio de la conversión en Dios del alma.

El bautismo nos incorpora orgánicamente al cuerpo de Cristo, nos hace miembros suyos, nos injerta en Él, así como el sarmiento se injerta en la vid, y así como el sarmiento injertado recibe la savia, que es vida para él, así el cristiano incorporado a Cristo, recibe de Él la savia, que es el Espíritu, la vida nueva en el Hombre-Dios.

Pero a esta incorporación orgánica al cuerpo de Cristo, obrada por el Espíritu Santo, es necesario vivificarla, darle vida, y esto se logra por medio de la fe[1]. La fe es la respuesta del sarmiento a la savia que ingresa en él; es la respuesta del cristiano a la gracia que le fue comunicada en el bautismo; la fe es absolutamente necesaria, porque es la fe la que lleva a obrar de acuerdo a lo que se cree, y es lo que hace que el sarmiento se mantenga unido a la vid.

¿Por qué tantos cristianos se alejan de la Iglesia? ¿Por qué tantos cristianos se acercan a los ídolos, a la superstición, a los falsos dioses[2]? Porque se han olvidado de su bautismo, porque han dejado en el olvido su condición de hijos de Dios, y han apagado la fe en el Dios verdadero. ¿Por qué hay tanta oscuridad en los corazones y tanta maldad? ¿Por qué ha crecido tanto la superstición, el ocultismo, la brujería, la idolatría del poder, del dinero? ¿Por qué disminuyen cada vez más los porcentajes de asistencia a misa, mientras crecen las asistencias a los cultos falsos? Todo sucede por un solo motivo: porque los cristianos nunca tomaron en serio su bautismo, su condición de hijos de Dios, su filiación divina, su incorporación a Cristo, Hombre-Dios; porque los cristianos ocultaron el sello del bautismo como una marca vergonzosa; porque los cristianos prefieren llamarse “mundanos” y aparecer como uno más del mundo, antes que mostrarse ante el mundo como lo que son, como hijos de Dios Padre, hermanos de Dios Hijo, y templos de Dios Espíritu Santo.

Hoy en día se asiste a una apostasía generalizada en la Iglesia Católica, porque se ha dejado de lado el contenido mistérico del bautismo, tomándolo no como la auto-revelación de Dios, quien se auto-manifiesta como Trinidad de Personas en Unidad de naturaleza, sino como un hábito cultural sin fuerza normativa, pero la secularización y apostasía del cristiano no se debe a que solo se ha dejado de lado al bautismo como misterio trinitario, sino que se ha dejado de lado a la misa como manifestación de la Trinidad, para verla como un pesado y aburrido deber religioso al cual se puede tranquilamente dejar de lado por cosas más “interesantes” para hacer.

No se ve que la misa, al igual que el bautismo de Jesús en el Jordán, y al igual que el bautismo del cristiano en la Iglesia, es una manifestación de la Trinidad: el Padre envía a su Hijo al altar, el Hijo se encuentra en la Hostia, el Espíritu Santo sobrevuela espirado por el sacerdote ministerial, en cuanto obra in Persona Christi. Obrar in Persona Christi es obrar en la Persona de Cristo, y la Persona de Cristo espira el Espíritu Santo junto al Padre; el sacerdote espira el Espíritu Santo en la consagración.

No se ve, ni a la misa, ni al bautismo, como obras de la Trinidad de las Divinas Personas en medio de su Iglesia, sino como ritos vacíos de contenido, como hábitos sociales y culturales de una época pasada. Es esta visión secularizada de la misa y del bautismo lo que ha sumergido al mundo en las tinieblas en las que se encuentra.

Al celebrar el Bautismo del Señor, recordemos nuestro bautismo, y pidamos en la Santa Misa a Cristo, que pide por nosotros, que se encienda en nuestros corazones la llama de la fe, para que nuestro bautismo se reavive en nuestro nosotros, y así podamos obrar en el mundo las obras de la luz, las obras de los hijos de Dios.



[1] Cfr. Scheeben, M. J., Los misterios del cristianismo, Ediciones Herder, Barcelona 1964, …

[2] Hace unos días, en Corrientes, asistieron unas 250.000 personas al “santuario” del Gauchito Gil, lo cual representa un aumento de casi el 50% con respecto a la asistencia de hace dos años. Cfr. diario Clarín, edición digital del 10 de enero de 2010. ¿Cuántos miles de estos 250.000 son cristianos católicos, que ofenden su dignidad de hijos de Dios creyendo en una superstición?

1 comentario:

  1. asi todos nos trnemo que bautisa ,cuando ono semos a jesus y el bautisa se signica entregarte adios po complrto.:)

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