“Los demonios se postraban y decían”: “Tú eres el Hijo de Dios” (cfr. Mc 3, 7-12). Durante su recorrido predicando
En esta ocasión, los que nos dejan una enseñanza son los demonios, puesto que ellos reconocen en Cristo al Hijo de Dios. No quiere decir que lo conozcan como
El conocimiento que de Jesús tienen los demonios, viene por otro lado, es una especie de deducción que elaboran, luego de verlo realizar sus prodigios. Los demonios ven a Jesús obrar milagros que sólo pueden ser hechos por Dios, porque sólo Dios tiene el poder para hacerlos, como por ejemplo, multiplicar panes y peces, dar la vista a los ciegos, hacer hablar a los mudos, hacer oír a los sordos, curar las distintas dolencias del cuerpo, resucitar muertos, expulsar demonios. En su deducción, los demonios se dan cuenta que, si un hombre dice ser Dios, y hace milagros en primera persona, los cuales sólo pueden ser hechos por Dios, entonces, esa persona, es Dios. Es decir: Jesús dice ser Dios, hace milagros que sólo Dios puede hacer, entonces, es Dios.
Es esta deducción la que lleva a los demonios a reconocer en Cristo Jesús al Hijo de Dios, pero lo que los demonios, con su voluntad y su inteligencia pervertidas pueden hacer, no lo pueden hacer los fariseos, hombres con la voluntad torcida, porque ellos, viendo también los milagros de Jesús, se niegan a reconocerlo y, aún más, atribuyen sus milagros al demonio, lo cual es un pecado contra el Espíritu Santo.
Hoy sucede lo mismo con
Decenas de miles de niños, jóvenes, adultos y ancianos, abandonan
“Tú eres el Hijo de Dios”, dice el demonio, luego de ser expulsado de un cuerpo al que infectaba, y mientras lo dice, se postra delante de Jesús. “Tú eres el Hijo de Dios”, debemos decir los cristianos, postrándonos en adoración ante Cristo Eucaristía, creyendo, esperando, adorando y pidiendo perdón por los que no creen, ni esperan, ni adoran, ni aman.
Cristo murió una sola vez y para siempre. Hebreos 10:10-12
ResponderEliminar" 10 Pues la voluntad de Dios fue que el sacrificio del cuerpo de Jesucristo nos hiciera santos, una vez y para siempre.
11 Bajo el antiguo pacto, el sacerdote oficia de pie delante del altar día tras día, ofreciendo los mismos sacrificios una y otra vez, los cuales nunca pueden quitar los pecados; 12 pero nuestro Sumo Sacerdote se ofreció a sí mismo a Dios como un solo sacrificio por los pecados, válido para siempre.