“El que blasfeme contra el Espíritu Santo jamás será perdonado” (cfr. Mc 3, 22-30). Los fariseos acusan a Jesús de estar endemoniado, y de arrojar los demonios con el poder de Belcebú. Además de ser un absurdo irracional, tal como Jesús se los hace notar –en efecto, es como si un ejército luchara contra sí mismo-, acusar a Jesús de endemoniado, o de obrar con el poder del demonio, es una falta gravísima contra Dios, la cual no será perdonada ni en este mundo ni en el otro.
El motivo es que la blasfemia es un insulto[1] de carácter muy particular, puesto que se dirige a Dios, ofendiéndolo en su santidad y en su majestad. Es lo opuesto a la adoración y a la alabanza, que el hombre debe a Dios, y es el signo máximo de la impiedad humana.
Los fariseos acusan a Jesús de estar endemoniado, y cometen el pecado mortal de la blasfemia, puesto que Jesús es Dios Hijo encarnado, es
Pero los fariseos no son los únicos que blasfeman contra Dios. Se puede decir que hoy, en todas las manifestaciones del pensamiento y de la cultura del hombre, se blasfema contra Dios: se blasfema contra Dios cuando, el Domingo, el Día del Señor, dedicado al culto público de su Nombre, los hombres se dedican al paseo, al fútbol, a la diversión; se blasfema contra el Nombre de Dios cada vez que se mata a un inocente, por aborto o por eugenesia, o cuando se practica la eutanasia, o cuando parlamentos enteros votan a favor de leyes inicuas, o cuando naciones enteras reniegan de su tradición y de su legado cristiano; se blasfema contra el Nombre de Dios cuando hay violencia, mentira, robo, engaño, todas obras de la oscuridad, que ofenden a la santidad divina; se blasfema contra el Nombre de Dios cuando las familias se postran en adoración idolátrica frente al televisor, haciendo de este aparato el centro familiar, cuando el centro deberían ser el crucifijo y
Ante tanta blasfemia, el alma del cristiano, conmovida, debe reparar, adorando a Cristo Dios en
[1] Cfr. X.-León Duffour, Vocabulario de Teología Bíblica, Editorial Herder, Barcelona , voz “blasfemia”, 134ss.
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